Depresión en época de evolución

Vivir en los tiempos que corren es hoy el problema de mucha gente. La presión ejercida por la sociedad actual es la principal causa de que cada vez más personas necesiten una caja de ansiolíticos en la mesilla de noche.

Ana sentía que se ahogaba cada día un poco más. A sus 24 años, recién licenciada, la vida que tanto había deseado llevar, la de adulta, trabajadora e independiente, junto con el empuje socialmente establecido de tener que ser la más guapa, la más delgada, la mejor en la oficina, la super-anfitriona en casa... iba consumiéndola y hundiéndola cada vez más profundamente.

Cuando Ana se dio cuenta de que necesitaba ayuda ya era “casi” demasiado tarde. Había perdido las ganas y la ilusión de todo. La invadía una profunda tristeza de la que no conseguía salir, aunque cada mañana se propusiera que iba a volver a ser la de antes. Se sentía incapaz de realizar las mismas cosas que siempre había hecho, las mismas que antes no le costaban y le parecían normales. —“Llegué a sentir que no quería seguir viviendo, que no merecía la pena estar en este mundo si no era capaz de disfrutar de nada. Lo más duro era ser consciente de que en mi vida no existía aparentemente ningún problema y que no me podía quejar de nada pero, aún así, me sentía completamente infeliz”—. Tras solicitar apoyo a un psiquiatra, junto a una terapia y medicación, Ana ha logrado ir mejorando y se ha propuesto llegar a dejar de sentir ese pánico a la vida que llegó a impedirle poder vivir.

Al igual que Ana un porcentaje elevadísimo de personas, especialmente jóvenes que estudian o se inician en el mundo laboral, padecen de depresión, ansiedad, estrés, insomnio... distintas manifestaciones de un mismo problema que está sacudiendo cada vez con más fuerza a las sociedades occidentales.

En este mundo en que vivimos, en que la vida nos exige tanto a tantos niveles, es muy fácil caer en las redes de cualquier tipo de problema psicológico que nos acabe arrastrando a ser un número más en las estadísticas.

En España hay aproximadamente 2 millones de personas que sufren trastornos depresivos o de angustia. Así lo avala un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en la revista científica médica "Sanidad y consumo", que subraya que la depresión es la enfermedad que más preocupa en el campo de la salud mental y la medicina cotidiana.

La depresión en España es más frecuente en las mujeres que en los varones, de los cuales tan sólo una tercera parte respecto a las mujeres presenta la enfermedad. Además, el trastorno se da sobre todo en personas comprendidas entre los 20 y 29 años y los 50 y los 59 años.

Uno de cada diez pacientes que acuden a los servicios de Atención Primaria evidencia síntomas de depresión, según las sociedades españolas de Psiquiatría (SEP), Psiquiatría Biológica (SEPB) y Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). No obstante, representantes de estas sociedades científicas advierten de que estos datos "sólo son la punta del iceberg".

¿Qué es un trastorno depresivo?

El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro), el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno piensa. Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. No indica debilidad personal. No es una condición de la cual uno puede liberarse a voluntad. Las personas que padecen de un trastorno depresivo no pueden decir simplemente "ya basta, me voy a poner bien". Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e incluso años. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen de depresión puede mejorar con un tratamiento adecuado.

Los síntomas más comunes de la depresión pasan por sentimiento de tristeza, disminución del interés por las cosas, aislamiento, pérdida o ganancia de peso, alteraciones del sueño, falta de energía, problemas de concentración o sentimientos de culpabilidad o de inutilidad, entre otros. Por ello, las guías tratan de lograr el cumplimiento del tratamiento prescrito (a menudo dejan de tomar la medicación cuando empiezan a sentir mejoría), involucrar a la familia en el apoyo al enfermo y lograr la remisión de los síntomas lo antes posible.

La depresión hoy

Muchos se preguntan cómo es posible que en la época en que vivimos, en que la ciencia y la tecnología están tan avanzadas y en el campo de la medicina se descubren cada día soluciones a más problemas, tanta gente padezca este tipo de mal.

La sociedad actual, en que los valores que persigue son básicamente materialistas, superficiales y estrictos, empuja a las personas a que, cada vez a más temprana edad, comiencen a sentirse inseguras e indeseadas, o, incluso, incapaces de llevar el ritmo que se les impone o que creen que deben seguir para lograr una vida de revista.

Son muchos los que opinan que la culpa de estos problemas la tiene el propio ser humano. Hoy en día todos compramos revistas, admiramos a distintos estereotipos de personas, o tenemos tanta ambición que estamos dispuestos a vivir dentro de la oficina. Por ello, la sociedad actual parece empujar al hombre a perseguir unos ideales físicos o económicos que muchas veces no están a su alcance. Ello, junto a la gran presión dentro del mundo laboral provoca que cada vez sean más las personas que padezcan algún tipo de problema psicológico.

Soluciones al problema

En cualquier libro o revista de psicología, así como al consultar a un profesional, se recomiendan distintas técnicas de relajación o de enfoque ante los problemas para ayudar a las personas que sienten que no pueden llevar una vida psicológicamente equilibrada. Desgraciadamente, cuando este tipo de conductas desencadenan problemas físicos- insomnio, problemas de alimentación, problemas respiratorios o ansiedad- los únicos remedios realmente efectivos acabar siendo la medicación acompañada de un tratamiento psicológico.

Está comprobado que los fármacos, el gran tabú para muchos, son realmente eficaces. Aunque se recomienda la terapia conjunta para lograr, en un futuro, poder volver a llevar una vida sin medicación.

Roberto, de 30 años, padeció fuertes crisis de ansiedad durante varios años. Pasó un año entero de su vida enclaustrado en su casa sin poder salir, debido al pánico que le producía el exterior. Tomó medicación y sigue tomándola, aunque consiguió poder reinsertarse en la sociedad y actualmente trabaja de nuevo. —“La gente no entiende lo que es una depresión o un ataque de pánico hasta que lo viven en sus propias carnes. Yo creo que es lo peor que le puede ocurrir a una persona, es la sensación más desagradable y devastadora que uno puede experimentar. Sin embargo, con la ayuda de la medicación he conseguido poder normalizar mi vida. Ha sido muy duro y aún lo es, puesto que no creo que pueda llegar a curarme del todo nunca”—.

Algunas personas creen imposible su total curación después de haber vivido un episodio de esta índole. La gente, con un poco de suerte, llega a aceptar lo que le pasa e intenta superarlo. El apoyo de familiares y amigos es también un requisito fundamental para la recuperación.

También han comenzado a introducirse con mucha fuerza en nuestra sociedad distintas técnicas orientales- yoga, taichi, meditación- que persiguen alcanzar la armonía entre cuerpo y mente, llegar a controlar el cuerpo y el pensamiento. Estos métodos cuentan cada vez con más adeptos que buscan conseguir un equilibrio en sus vidas frente a todos los estímulos externos que azotan cada día con más fuerza la vida marcada.

Hoy no es el último día del resto de nuestra vida. Hoy tiene que ser “el día” y debemos vivirlo como tal, disfrutando de sus pequeños momentos de gloria y de fracaso. Muchos psicoterapeutas intentan inculcar en sus pacientes la idea de que hay que vivir el presente y no el ayer, ni el mañana. Esta es, sin duda, la clave para no dejarse vencer ni abatir, y de poder seguir cada día un poco más.