Presagios económicos: ¿Emigrar es la mejor solución?

La crisis financiera y económica, agravada especialmente en nuestro país por la crisis inmobiliaria, está empezando a cebarse con la tranquilidad de los ciudadanos españoles.  Algunos foros y medios lanzan al aire la hipótesis de que no sólo la inmigración en nuestro país podría disminuir sino que se podría observar incluso una cierta tendencia de emigración, ya sea de ciudades pequeñas sin mucha actividad comercial hacia los motores económicos de Barcelona, Madrid y Valencia, ya sea yendo a otros países, mayormente a Reino Unido, China o India.

Ayer los medios de comunicación confirmaban el dato: la recesión económica en España ya es efectiva. El PIB ya está empezando a retroceder, de momento con un 1%, y los augurios anuncian más descenso todavía para este triste 2009. Y con una tasa de paro en continuo y vertiginoso crecimiento y un hábito de consumo muy a la baja, todo parece señalar que aunque la crisis financiera internacional amaine antes (para Estados Unidos, presagian una recesión para tres años por lo menos), en nuestro país la recuperación tardará en llegar un tiempo considerable todavía.

Bajo estas circunstancias no es muy difícil, por lo tanto, prever un futuro y próximo éxodo, tal vez tenue al principio, hacia países extranjeros. Obtener trabajo en Londres, por ejemplo. o en países emergentes se está convirtiendo en una alternativa para una nueva generación de parados que se está forjando actualmente. Parados españoles cualificados (al menos con un buen nivel de inglés) están empezando a buscar en internet todo tipo de consejos y artimañas que les permitan encontrar trabajo en el extranjero, donde muchas veces puede estar mejor remunerado o donde la tasa de paro puede ser muy inferior a la española. Por citar un ejemplo, la tasa en Marruecos ahora mismo está alrededor de un 9%.

Mientras, en el ámbito nacional, las previsiones se disparan en todos los sentidos: éxodo de pequeñas ciudades hacia Madrid o Barcelona; éxodo de las urbes donde empieza a faltar el trabajo buscando alternativas más básicas como trabajar en el campo o labrar la tierra.

No se sabe a ciencia cierta cómo va a acabar este cuello de botella un tanto largo ni en qué va a desembocar. Lo único cierto es que el primer decenio del siglo XXI se va a recordar como el de la crisis y, probablemente, el comienzo del cambio en lo que respecta al mapa de las potencias económicas mundiales.