Alonso: exhorcismos a 300 por hora

Una de las pretemporadas más extrañas de las últimas décadas está en marcha marcada por las novedades técnicas en la Fórmula. Hay sorpresas

La F1 está de obras y ha empezado por lo más visible: los coches. Los amos del circo quieren ser ecológicos pero que más o menos todo siga siendo lo que era, o sea, cacharros ruidosos, rápidos, tecnológicamente insuperables, potentes y devoradores de un combustible de origen petrolífero, contaminante, caro y equiparable a lo que son el 99,99 % de los coches de calle. Nada de pilas de combustible, electricidad ni esos chirimbolos que tanto gustan a George Lucas y que muestra en sus películas. Evolución si, revolución... sólo la francesa, la rusa y las de los motores y por dentro. A pesar de eso, estan los tan cacareados cambios en lo del KERS, acumulador de energía y las modificaciones aerodinámicas con alas móviles en el frontal de los coches: el futuro da pasos cortos, pero camina.
A cuenta de todo esto hay sustos -descargas eléctricas y cursos acelerados a comisarios de pista de los de “chicos, no tocar”-, sorpresas -los Red Bull, primos hermanos de los Renault con mismo motor parecen ir mejor- y hasta tormentas de arena -por aquello del ahorro que no está el bolsillo en condiciones muchos equipos se han ido a Bahrein buscando ciertas garantías de buen tiempo y casi se entierran en la molesta arena del desierto-.
Todo este panorama nos llevará en unos 40 días a la primera carrera de la temporada a disputarse en  Australia. Dependiendo de las habilidades de ingenieros y desarrolladores dependerá el estado en que aterricen unos y otros. Generalmente las temporadas suelen arrancar de una manera similar a como la acabaron el año previo pero esta máxima se cumpliría si toda la normativa se mantuviera inalterada. Tanto cambio trae locas a las casas de apuestas y a los pilotos. Este colectivo castigado por una inexplicable y costosísima subida en las tasas de obtención de la licencia federativa impuesta por la FIA andan a la gresca con el ente internacional mientras se dedican a poner a punto sus monturas.

El Algarve, Bahrein, Montmeló, Silverstone y Jerez son los lugares favoritos para estos fines y todo ha ido ocurriendo con relativa calma y normalidad... o casi todo, si no fuera por algo que ha llamado la atención de los observadores: la alarmante lentitud del Renault R29, monoplaza diseñado por la marca del rombo para que Fernando Alonso consiga su tercera corona. Las primeras pruebas en la pista portuguesa de El Algarve encendieron las alarmas: el coche es lento, conducido por Nelson Piquet, Jr le adelantan todos. Pulsaron el botón del pánico y la hormiga atómica del equipo galo, esa suerte de Asterix de la velocidad que es Alonso, en lugar de quedarse de vacaciones y quejarse -en algunos foros de Internet le llaman despectivamente Lloronso- se pilló un vuelo a Jerez para observar porque el resto de coches le sacaban más de dos segundos a su compañero de escuadra. Dos días. Dos diitas conduciendo el bólido anaranjado tardó en ponerse a dos décimas de los muy evolucionados McLaren. Lo que cualquier otro hubiera tardado dos o tres meses, el asturiano lo hizo en dos jornadas. ¿suerte, tino, lotería, acierto?. El R29 ha nacido un poco tarde; se le notan detalles realizados con ciertas prisas. Ha tenido problemas en la temida prueba de choque -el Euro NCAP de las carreras- de la Federación y aparentemente tiene un morro provisional, con ese aspecto de gusto más que discutible, pero a tenor de los resultados de los últimos días, eficaz. Cuando el coche fue pilotado por Piquet estaba muy poco pulido; al final las diferencias las marcan pequeños detalles y todo apunta a que en lugar de buscar tiempos, estaban concentrados en la fiabilidad, el correcto funcionamiento de los sistemas y revisiones generales de los diversos conceptos. Aún así, podía haber empezado con un poco más de gracia, que no le llegó al R29 hasta que el asturiano puso sus manos en él. No sólo trae su excepcional conducción, sus manos sus reflejos y su proverbial capacidad de pilotaje sino una valoradísima, por los técnicos, experiencia como probador y desarrollador: aún es recordado en McLaren el informe de 20 páginas que hizo de su monoplaza a finales de 2006 apuntando hacia todos los errores de concepto y del porqué no había sido un coche ganador tras su conducción durante 20 vueltas en Jerez. Su sensibilidad y capacidad de análisis no sólo tiene valor durante las carreras sino también antes de ellas. Por todo esto, otra de las caras del piloto de Oviedo es la de exhorcizar -como el padre Carras- los demonios del R29 para sacar lo mejor de él. Cuando consigue un rédito de dos segundos en dos días, a sus críticos no les queda más remedio que quedarse calladitos... y disfrutar del espectáculo.