Kim, confiada esposa y socia

Kim White le parió cuatro hijos a Steve White, le dejó hipotecar la casa para comprar un barco viejo, le estimuló y ayudó a ponerlo a punto y en la línea de salida, y realizó todo el trabajo sordo en tierra para que el sueño de su hombre se hiciese realidad. Se arriesgo a quedarse sin marido y sin casa. Ahora puede descansar, Steve regresó ayer después de darle la vuelta al mundo solo, a bordo del Toe in The Water, y de lograr el octavo puesto en la regata más difícil del calendario mundial. La Vendee Globe, vuelta al mundo a vela, sin escalas ni asistencia, pasando por los tres cabos más al sur de la tierra, y recorriendo el Atlántico dos veces, de norte a sur al salir y al revés ya de regreso. La victoria también es de ella.

Llegar octavo también es triunfar un poco

109 días después de haber salido del puerto bretón de Les Sables D’Olonne el regreso se ha ralentizado por culpa de la situación meteorológica reinante en el golfo de Vizcaya, no hay casi viento y el inglés se arrastraba hacia la línea de meta desde que el martes el Cantábrico se convirtió en un plácido lago. Steve ha realizado una regata modélica, sin contratiempos ni retrasos y eligiendo trazados ortodoxos para su bien acondicionado barco de segunda mano, el antiguo Gartmore de 1998. En el camino se han quedado 19 participantes, muchos de ellos con presupuestos y embarcaciones que dejaban en ridículo el sueño del marino inglés.

Si en el último momento la asociación caritativa británica Toe in The Water (dedicada entre otras cosas a la atención a ex soldados británicos) no le avala, posiblemente Steve no hubiese podido ni salir del puerto y se tendría que haber peleado con los bancos para recuperar su casa. Este ha sido desde su origen uno de esos proyectos que superan por muy poco el amateurismo. Pero que si llegan a feliz término, y esta vez se ha logrado, la repercusión supera con mucho a la inversión. Una operación perfecta. Y es que el historial deportivo de White aunque extenso y probado, no se acerca al de las grandes estrellas con las que ha competido y en muchos casos dejado por su popa. A sus 37 años este vecino de Dorchester se ha entretenido en ocupaciones variopintas que no auguraban un éxito como el que acaba de apuntarse. Ex jockey, restaurador de coches antiguos y vegetariano, descubrió el mar hace doce años y desde hace diez se fijó la meta de participar en la Vendee Globe, y de paso darle su primera vuelta al mundo en solitario.

Para ello se “colocó” en una de las escuelas más prestigiosas de la vela oceánica, la Challenge Business de Chay Blith, la contraparte inglesa a Tabarly el desaparecido mito francés. Con compañeros de trabajo como Dee Caffari, Mike Golding, o Jonny Malbon, todos participantes en esta regata, era muy lógico que el virus le pegase bien fuerte. Y con 24 vueltas a la roca del Fastnet en regatas menores (por decir algo) puede decirse que ya nada le asustaría. Redondeó un curriculum discreto pero contundente con clasificaciones de cabeza en algunas pruebas transoceánicas desde el 2002 y se puso a la faena. El resto lo contó ayer en la rueda de prensa. “Llamaba a mi mujer una vez al día, o dos. Tres si la notaba nerviosa”. Piensa pasar unos días en la cama para acomodar el sueño, pero en cuanto se recupere quiere “ Correr la Velux 5 Oceans y participar en todas las regatas que veía en la tele de niño”. Esa es otra diferencia, por ahí fuera, en la tele dan regatas.

LOS MODESTOS SUFREN MAS

El calendario de la Vendee Globe no es fruto de un capricho sino un proyecto de navegación extraordinariamente preciso que favorece a los que cumplen los tiempos previstos en cada tramo y que hace padecer más a quién más se retrasa. Las penalidades sufridas por Steve en su ascenso del Atlántico, una meteorología que favorece más a quienes van en cabeza, se acrecientan para los tres últimos inscritos en la prueba.

El norteamericano Rich Wilson, a bordo de un barco de más de diez años y muchísimas millas recorridas, el Great American III ex Solidaires, de diseño sólido pero poco sofisticado, se enfrenta en estos días a una zona de encalmadas en el anticiclón de las Azores que le está desesperando. Algo casi imposible para un jubilado de 59 años que ha pasado casi más tiempo navegando en todo tipo de veleros que en tierra firme. Se le espera en la meta el 5 de marzo.

Tras él Raphael Dinelli (Fundation Ocean Vital) en su cuarta participación en la regata, debe rodear el anticiclón por el oeste, pendiente de una fisura con vía de agua incluida en una de sus orzas de deriva y ruidos sospechosos en su palo. Cierra el grupo Norbert Sedalcek (Nauticsport-Kapsch) un austriaco que ha realizado una regata modesta, en un barco modesto y con todas las penalidades que se esperan en una participación modesta pero que sabe que aún siendo el último en llegar, lo hace por delante de 19 marinos de curriculums solidísimos, que salieron con él en barcos mejores y que no lo han conseguido y han abandonado.