El último CAP del curso. Brrr..., ¡qué frío!

Cientos de licenciados de las más diversas carreras se han disputado en las últimas semanas las últimas plazas para hacer el Curso de Aptitud Pedagógica (CAP) en tres meses, antes de que llegue el curso que viene y se convierta en un master de un año. Y entre ellos, yo.

 Ante la gran demanda surgida, un buen número de universidades privadas -siempre ojo avizor de las oportunidades económicas-, han ofrecido convocatorias extraordinarias de este curso. Todo por la pasta. Y nosotros tan contentos de pagarles, claro.

El cauce habitual del CAP, hasta ahora, consistía en una convocatoria en octubre, una duración de tres meses, uno de ellos de prácticas, y un precio que oscilaba entre los 200 y los 300 euros en las universidades públicas. Pero eso se acababa este curso. A partir del curso 2009-2010 el CAP "evoluciona" a master de un año de duración y alrededor de 1200 euros de precio.

En Madrid, las universidades públicas saben que tienen asegurada la participación de cientos de estudiantes el próximo año. Son baratas y mayoritarias. En el conjunto de España, públicas y privadas han aprovechado para ofertar convocatorias extraordinarias cuyos precios van desde los 900 euros de la Universidad Pública de Navarra hasta los 2500 de la Alfonso X El Sabio (Madrid). A día de hoy, sólo es posible matricularse en esta última.

En mi caso, he logrado plaza en la Universidad Camilo José Cela (Villanueva del Pardillo, Madrid), la cual tampoco era barata (1200 euros). Al pedir información nos avisaron de que había una gran demanda, que fuéramos pronto, que la secretaría abriría a las nueve de la mañana... y que sólo otorgarían 50 plazas, por orden de llegada. Resultado: una treintena de personas -al principio, luego superaría el centenar- haciendo noche en la puerta de la secretaría. El campamento ya estaba montado. Venía gente de diferentes partes de España: Málaga, Bilbao, Logroño, Alicante...

El más madrugador -o exagerado, según se mire-, llegó a las ocho de la mañana del día anterior. Obviamente era el número uno y aguantó estoicamente las 24 horas, a pesar de acabar de recuperarse de una gripe -unas horas antes aún tenía fiebre-. La gente venía sola, en grupos o con sus respectivas parejas. Había personas mayores que rondaban los 50 años, jóvenes que acababan de terminar la carrera y un gran grupo de personas que nunca habían valorado tanto el CAP como ahora.

La noche comenzaba a refrescar y entre sacos de dormir y mantas se rondaban tortillas de patatas, caldos, cervezas, cigarros, etc. Hay personas que son auténticos profesionales del picnic/camping, con sus mesitas, sillas, termos de última generación... La gran duda que rondaba la mente de todos era si permitirían meter el coche en el campus -cosa que al principio no permitieron-. En cuanto comenzó a llover el guardia de seguridad se apiadó del colectivo y nos mandó ir a por los coches, a pesar de que no tenía el permiso expreso "de las autoridades". Gracias, buen hombre.

Los que íbamos medianamente preparados no sufrimos tanto, pero había quien simplemente se había acercado a ver dónde era la matriculación para volver al día siguiente temprano y se tuvieron que quedar al ver la cola que habíamos montado. Es el caso de Uxue, de Bilbao, que llegó apenas con un par de jerseis. Con un poco de colaboración de los allí presentes logró abrigarse con un saco de dormir, comer algo, dar unos traguitos a una petaca de whiskey -una opción como otra cualquiera para calentarse-, y dar algunas cabezadas en el coche de otros compañeros de fila, desde hoy sus primeros amigos de clase.

Una vez conseguida la matrícula -gracias a las secretarias por aparecer a las 7.30 y no a las 9-, a uno se le queda cara de circunstancia al pensar que con un poco de antelación podría haber hecho el mismo curso cerca de casa y por menos de una cuarta parte de lo que va a pagar ahora. Pero al menos lo haremos en tres meses. Al final estás pagando por tu tiempo, aunque para ello haya que sufrir frío e insomnio durante una noche.