Fútbol en medio de la Guerra Fría

Dos selecciones de fútbol, un mismo país. Corea del Norte y Corea del Sur jugarán en casa pero uno de ellos tendrá la condición de visitante, y no uno cualquiera, sino un vecino con el que lleva más de 60 años de conflicto armado. Esta noche habrá en juego más que 3 puntos de cara al Mundial de Sudáfrica de 2010.

Si el fútbol traspasa fronteras, hoy tiene una gran cita en el partdo que enfrenta a la República de Corea (Corea del Sur) y República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte). El primero representa al capitalismo y el segundo al comunismo. Un cara a cara que se da cita a propósito del Mundial de Sudáfrica y que puede servir, ojalá, para que dos países antagónicos acorten la escasa distancia física que les separa desde 1950.

La redención de Japón en la II Guerra Mudial comenzó lo que más tarde la guerra fría terminó. Los intereses estratégicos de EE. UU y de la URSS rompieron la unidad de un país y abrió el perímetro de Pusan tras el avance norcoreano sobre Corea del Sur. La guerra encarnizada entre unos y otros fue financiada por las ambiciones de los dos grandes imperios y su carrera hacia la supremacía de uno sobre otro. De esta manera surgió el paralelo 38.

La tensión entre una y otra zona está calmamente presente merced a diversos y frágiles acuerdos que siempre parecen a punto de romperse. Cuando parece haber cierta colaboración, como la reciente línea de ferrocarril que por primera vez une a ambos países, todo se resquebraja. Sobre todo por el ansia que encierra Coreal del Norte para reanudar un programa nuclear que le haga más fuerte en la zona.

Las respectivas Selecciones de Fútbol lideran el grupo 2 de la Fase de Clasificación en Asia. Corea del Norte, que en esta ocasión jugará como 'visitante' defiende el liderato con 10 puntos,  dos más que su eterno rival. Arabia Saudi, Irán y Emiratos Árabes completan un grupo de lo más particular. Políticamente hablando, se entiende.

La llegada de cualquier equipo de fútbol levanta expectación en la ciudad que lo recibe; en este caso, Corea del Norte fue custodiada desde el aeropuerto con medidas extraordinariamente altas para evitar cualquier mínimo problema que pudiera desencadenar uno de consecuencias impresibles. No es la primera vez que se enfrentan ambos equipos, pero cada partido sí que, en este caso, es más que un mundo.

¿Cómo se sentirán los jugadores en el terreno de juego? ¿Cuál será el comportamiento de las aficiones? ¿Qué pensarán los dirigentes de uno y otro país? El partido que se disputará esta noche está cargado de interrogantes y de grandes esperanzas para que, tal vez, en un futuro ambos países sólo dispongan de un único combinado nacional. De hecho, durante las últimas Olimpiadas accedieron a competir cada uno por su lado pero bajo una misma bandera.

Sobre el césped las emociones y la entrega suelen rozar los límites. La adrenalina se dispara y la competitividad supera los esfuerzos de los jugadores.

El deporte puede situarse por encima de cualquier esfera política, económica o social. Corea del Sur y Corea del Norte están condenados a entenderse y a ir, progresivamente, avanzando juntos hacia la unificación. El camino es largo y difícil. El objetivo merece la pena.

Se imaginan, por un instante, que en el Santiago Bernabéu se jugara un partido entre Nacionales y Republicanos en plena Guerra Civil... lo mismo sucederá esta misma noche sobre el cielo de Corea. ¡Que gane el mejor!