VIERNES 17 DE ABRIL DE 2009
Anoche observé de manera intermitente "Gossip girl", serie estadounidense que estrenaba Cuatro en pleno horario de máxima audiencia. Y comprobé que muchas críticas televisivas, más de las que creía, están bien untadas de afán promocional más que de crítica...
La enésima telenovelilla que, haciendo honor a la traducción de su título, sólo calma afanes de cotilleo. Muy legítimos, por otra parte. Una buena colega me dijo una vez que el periodista es aquel que vive de su afición favorita, marujear. Así que yo predico habitualmente con el ejemplo.
No me disgustó la factura visual de la serie. Diría, incluso, que es interesante ante el verdadero trasfondo argumental que encierra. Sólo vi joyas, vestidos, almuerzos, cócteles, drogas, sexo y desenfreno por doquier. No soy un sacerdote, pero me supo a muy poco. Eso sí, todo muy caro.
Había mucho nivel. Los chismorreos, el "no le digas que me lié con fulanito", el "llévame a la habitación más cara de este maravilloso hotel"... guían el ideario de "Gossip girl".
Cuatro, se nota en el ambiente, quiere audiencia adolescente que generese ingresos paralelos vía promoción. Pues no parece que surtiese efecto: 6,6% de la audiencia y 1.291.000 espectadores en su estreno. No asimilo tanta crítica positiva que había leído: es el enésimo culebrón.
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