Claro como el agua

En los últimos años el mercado del agua se está consolidando como una apuesta segura en el mercado mundial. De una gestión tradicional comunitaria del agua, con los años se pasó a la privatización de los sistemas de abastecimiento y de los manantiales. Cada vez son más las empresas que se dedican a aplicar políticas de control y restricción de este recurso natural y que acuden a la economía del agua como una forma de diversificar sus negocios.

Tradicionalmente conocida como una de las seis majors de la comunicación, Vivendi ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y ha aprovechado las ventajas que le ofrecía el proceso de la globalización. El gran gigante de la comunicación se ha ganado también el calificativo de gigante del agua, que comparte con empresas como Bouyges, Suez o Aguas de Barcelona.

Junto a estas empresas de suministro también aparecen otras que controlan el mercado de agua embotellada: Nestlé, Danone, Coca Cola o Pepsi se dedican al comercio del agua. Desde hace unos días en la televisión podemos ver un anuncio de Aquabona. Es bastante particular, pues si olvidamos que publicita un producto, incluso podríamos pensar que nos incita al ahorro de agua y a cuidar el planeta. Frases como “el agua se está transformando en un bien escaso y cada vez más valioso, y es esencial que nadie siga maltratando la naturaleza” convierten un contenido publicitario en un discurso más próximo a la defensa de la ecología que a la adquisición de una botella de agua.

Lo cierto es que detrás de esa campaña publicitaria pro-agua se esconden intereses comerciales mucho más fuertes que el respeto al planeta. La creciente privatización que empresas como Coca Cola (Aquabona) están llevando a cabo ha sido la chispa que ha encendido las llamadas guerras del agua, que durante los últimos años han enfrentado a las poblaciones más pobres del planeta contra las grandes multinacionales que controlan este recurso natural.

Según el informe de desarrollo humano de 2006 de la ONU, en 1998 había 28 países que sufrían escasez de agua, y las previsiones ya afirmaban que en 2025 la cifra se incrementaría hasta 56 países. También apunta que el 20% de la población mundial carece de acceso al agua y el 42% carece de sistemas de saneamiento, y depuración.

Frente a estas cifras, sorprenden las referidas a consumo de agua embotellada: el consumo crece a un ritmo del 12% anual; el consumo actual es de unos 189.500 millones de litros anuales. Los países que ocupan los primeros puestos en consumo mundial anual son occidentales: Italia (202 litros por persona), Bélgica (150), Francia (136), Alemania (126) o España (120).

La guerra del agua
En Cochabamba (Bolivia) en 2000 se produjo un enfrentamiento entre la población y las empresas que privatizaron el sisteme público de saneamiento. La nueva propietaria (Aguas de Tunari) trazó una red que iba a abastecer a toda la población, sin embargo la realidad fue que se amplió la red, pero los precios del agua aumentaron un 35%. Los ciudadanos más pobres no podían afrontar el alza de precios, a lo que los dirigentes de la empresa respondieron con: “si no pagan les cortaremos el agua”. Esta actitud fue la que llevó a los ciudadanos a protagonizar una serie de protestas que además de a la empresa, también culpaban de la situación al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, por las recomendaciones de privatización que había dado al gobierno. El éxito de la revolución del agua de Cochabamba devolvió el control del agua al sector público.

Las protestas de Bolivia fijaron las bases para una guerra mundial del agua, pero el poder de arraigo de la lógica privatizadora impide que acciones como las de Cochabamba se repitan a nivel global. Sí, Coca Cola ha ganado, pero las cosas no están tan claras como el agua.

Para más información:

SHIVA, V. Las guerras del agua

Anuncio Aquabona

Discurso de Peter Brabeck (directivo de Nestlé) respecto a la privatización del agua