La organización de presos más poderosa del Mundo

La celda es individual y es una de las más reforzadas de la cárcel Presidente Bernardes en el Estado de San Pablo, una de las más seguras de todo Brasil. El alojamiento es para uno de los jefes criminales más poderosos de Latinoamérica que tiene a más de 100 mil personas a sus ordenes. Marcos Willians Herbas Camacho, alías Marcola, es su nombre y el Primer Comando de la Capital(PCC), organización que agrupa a gran parte de los presos paulistas, es su poder.

Motín del Primer Comando de la Capital

Durante el viaje a su nuevo hogar en 2006, no se sabe que se le pasó por la cabeza para desatar una de las olas de violencia más grande en el país. Que la policía rompió la promesa de dejarlo libre en el camino a la cárcel, que el traslado de los ocho capos de su organización a lugares más alejados no le gustaba, que generar caos ayudaba al presidente Lula Da Silva a ganarle al ex gobernador de esa provincia los comicios presidenciales.

A ciencia cierta aún no se sabe bien lo que le hizo ordenar a sus seguidores atacar a la policía, al servicio de transporte, tiendas y realizar motines en casi todas las cárceles de San Pablo, uno de los Estados más poblados del país, por varios días.  Jornadas que dejaron alrededor de 270 muertos y una innumerable cantidad de gastos en reparaciones.

Sólo se supo una lista oficial de reclamos que iban desde la suspensión del traslado de los líderes del PCC, el pedido de 60 televisores para ver el Mundial de fútbol en Alemania, el cambio de color de sus uniformes hasta la liberación de las visitas íntimas en todos los presidios, incluso en los que hubiera regimenes diferenciados.

A casi tres años de esta revuelta, los capos de la organización han sido incomunicados y hasta se le sacaron sus armas más letales para planificar revueltas, sus celulares. Aunque no quedan dudas de que la historia del PCC continúa y muy bien, en algunas opiniones.

Es que no es, según los medios, el Gobierno brasileño y el estadounidense, una agrupación que hoy sólo se dedica a defender los derechos de los prisioneros paulistas. Función por la cual nació en 1992 después de la masacre realizada por la policía en el penal de Carandirú que dejó más de 100 muertos.

Para ellos, el PCC no sólo recauda dinero de las cuotas mensuales que pagan sus miembros, membresía que es más cara para los que han salido de la cárcel, una de sus patas fundamentales. Ni utiliza lo obtenido en pagar los costos de transportes de los familiares de los reclusos para visitas.

Ahora ellos, tal dice un informe del Departamento de Estado norteamericano, compartirían los mismos negocios que su hermano mayor en Río de Janiero, Comando Vermelho, el narcotráfico y la venta de armas.

Tampoco sólo operarían en las favelas de San Pablo, como se le dice a los barrios más pobres en Brasil, sino que trabajarían en Bolivia, Uruguay, Argentina y Paraguay (país donde apresaron a uno de sus líderes), y hasta se piensa que habrían inspirado a un grupo similar en el extranjero, El Primer Comando de Portugal.

También desde el Gobierno brasileño, además de todo esto, se le atribuyen haber costeado a un grupo de lobby para impulsar una reforma que los beneficie y hasta un partido que los represente en el país.

Pero para la socióloga Vera Maguti Batista, profesora de Criminología de la Universidad Cándido Mendes y doctora en Salud Colectiva, el PCC no tiene “ninguna relación con las drogas sino con la superpoblación de las cárceles paulistas”.

“En San Pablo solamente hay más de cien mil detenidos, cuando hace diez años la población carcelaria de todo Brasil era de cerca de cien mil. En su sistema penitenciario cada mes entran 700 nuevos presos”, aseguraba Batista en 2006 a Página 12. Para ella, además, la “organización surgió a partir de estas condiciones terribles, medievales de las prisiones brasileñas”.

Según el diario Folha, la realidad hoy no es muy distinta. Con una capacidad cercana a los 96 mil presos, las cárceles paulistas alojan en la actualidad a más de 140 mil presos, sin contar a los 13mil que se encuentran en las comisarías.

Esto, sumado a la violencia con la que se conviven en los penales, parece ser para una gran parte de los académicos brasileños la causa de la existencia del PCC.

Pero hay otras causas que influyen también en que la organización tenga un importante aporte fuera de los muros. Sino es imposible explicar con la facilidad que dieron vuelta todo un Estado en 2006 y también produjeron varias revueltas a lo largo de toda su historia.

La extrema violencia del aparato policial hacia la gran mayoría de los presuntos delincuentes, en la que entran desde humillaciones hasta ejecuciones extrajudiciales, reflejadas en la película Tropa de Elite de José Padilha , puede ser por un lado uno de las justificaciones de que los presos también se agrupen.

José Padilha

Por otro lado, aunque el Gobierno de Lula ha logrado disminuir la brecha entre ricos y pobres, el país lidera el ranking mundial de violencia con un promedio de 4,69 por cada 100 mil habitantes.

Esto deja a las claras que el tema no va sólo por el lado de la pobreza sino que también a través de reformas judiciales, policiales y carcelarias que modifiquen la situación actual del país, similar a la que se vive en gran parte de Latinoamérica.