Efemérides: Don Santiago Bernabéu

Un hombre que antes de ser Presidente del Real Madrid pasó tardes enteras allanando los terrenos de juego donde, entonces, jugaba el equipo blanco. Un hombre que pintó la primera valla que acotaba el campo de fútbol. Hoy nacería Santiago Bernabéu y con él la leyenda de un equipo llamado Real Madrid.

El nombre de Don Santiago Bernabéu es invocado infinitas veces. Nadie le deja descansar tranquilamente. Aunque no es para menos. El Real Madrid es Santiago Bernabéu. Santiago Bernabéu es el Real Madrid. Muchos quieren adueñarse del nombre pero nadie consigue hacerse con su alma. Aquel hombre fue más que un presidente. Aquel hombre hoy es un mito.

Detrás de Bernabéu hay mucho más. Todavía más. Porque Don Santiago fue fraile antes que monje. Jugador, entrenador, directivo y, cuando ya conocía cada rincón del madridismo, se convirtió en Presidente de un club que él hizo grande. Los valores de un equipo y los pilares de un club no se aprenden de la noche a la mañana. Se sienten durante toda una vida para después poderlos transmitir con eficacia. Y ese fue Don Santiago Bernabéu: un manchego abierto, sincero y directo que sólo tenía una obsesión: el madridismo.

Todo aquél que se sienta en los despachos de Chamartín quiere ser como él, pero pocos lo consiguen. Bernabéu fue hombre de leyes, estudio Derecho. Sus padres lo mandaron a la capital para completar sus estudios. Viviría en San Lorenzo de El Escorial. Y pronto ingresaría en la historia del club blanco. En 1909, justo ahora cien años, cuando empezó en los juveniles del Real Madrid. Entonces sin césped, entonces sin un duro. El Real Madrid no sabía que entre sus chavales tendría la historia triunfal de un club conocido en cada rincón del planeta.

Bernabéu destacaba por su personalidad. Aunque sus hermanos lo eran todo. Ellos le persuadieron para que no jugara de portero y se convirtiera en delantero centro. Demarcación que le llevó en 1913 a debutar con el primer equipo, donde estuvo 15 años como futbolista. Santiago amaba a su equipo. A pesar de haber estudiado una carrera como Derecho, él sólo pensaba en sus compañeros, en el balón y en la camiseta con un escudo que respetaba al máximo.

Santiago pasó por todos los oficios del club. Hasta que sintió una llamada interna, una profunda visión. Hasta el momento su vida había sido el Real Madrid y él sabía que sin estos colores nada tendría sentido.Y accedió a la presidencia. Para mejorar las cosas que él había experimentado y que consideraba mejorables; para hacer aquello que él había soñado durante todos sus entrenamientos y durante todos sus partidos. Santiago Bernabéu quería hacer un club universal y se puso manos a la obra, como siempre había hecho.

Bernabéu no sólo construyó el Estadio que llevaría su nombre. Pensó en la Ciudad Deportiva, pensó en el baloncesto y en el balonmano. Su proyecto era infinito y gracias a sus contactos y a sus influencias fue llevando a la práctica todo lo que por las noches apuntaba en su libreta. Su sueño empezaba a hacerse realidad.

En su día no había Directores Deportivos. Entonces funcionaba el ojo y el gusto futbolístico. Así llegaron estrellas como Di Stéfano, Puskas, Santamaría, Muñoz... así llegaron las 16 Ligas, 6 Copas de Europa, una Copa Intercontinental y 6 Copas de España. Pocos saben que la Champions League que hoy ocupa las portadas más importantes del mundo, fue obra de aquel hombre con tintes visionarias. Nadie creyó en su idea pero, como hasta ahora, la llevó a cabo. Y pese a que en la época todo fue visto con reticencias finalmente se ha convertido en la máxima competición futbolística disputada entre clubes. Además, el Real Madrid ha pasado a la historia (junto con muy pocos equipos) por haber conseguido aquella sexta Copa de Europa únicamente con jugadores nacionales.

Don Santiago Bernabéu fue un hombre de la época. Sus acuerdos se cerraban con apretones de mano. Nunca quiso una sóla peseta del Real Madrid. Ni un duro blanco. Y su relación con los futbolistas era directa. Él no bajaba al vestuario como Presidente sino como compañero. Sabía mirar a los ojos y sabía dirigirse a ellos porque él era uno más. Un mozo que entró a jugar en un equipo juvenil y que, décadas más tarde, se había convertido en el mejor presidente de toda la historia.

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