¿Bicis de comercio justo?

¿Sabemos en qué condiciones son fabricadas nuestras bicis?

Grupo de bicis del programa "Villo" en Bruselas

Leemos estos días en Challenges -revista económica del Le Nouvel Observateur- el artículo titulado "Cómo se vive en la fábrica húngara de las Vélib". Dicho artículo nos revela las condiciones laborales bajo las que son ensambladas las más de 15.000 bicicletas que la belga JCDecaux suministra al Ayuntamiento de París en el marco de su programa Vélib de préstamo de bicis.

Descubrimos así -siempre según la citada revista Challenges-  que el gigante del mobiliario urbano JCDecaux -que también provee bicicletas a un gran número de ayuntamientos españoles- adquiere sus bicicletas a través de un contrato con la holandesa Accell, auténtico peso pesado europeo de la fabricación de bicicletas.

Accell produce anualmente más de 943.000 bicis en sus fábricas de Alemania, Finlandia, Francia, Holanda y Hungría. Y es precisamente en este último país, en Hungría, cerca de la localidad de Toszeg, donde Accell ensambla las Vélib, empleando a unas casi 400 personas.

Las mujeres, que generalmente trabajan en la colocación de  adhesivos, reciben un salario fijo, mientras que los hombres, que en su mayoría trabajan en la cadena de montaje, son remunerados en función del número de unidades montadas para así incentivar la productividad. Unas y otros reciben un salario equivalente a unos 2 euros por hora, unos 352 euros al mes, netamente inferiores a los 732 euros que constituyen el salario medio húngaro.

Como ocurre con tantos otros bienes de consumo, el grueso de la producción de bicis nos llega desde países asiáticos -principalmente India y China- que, a priori, tampoco parecen garantizarnos unas condiciones de trabajo dignas para sus obreros.

¿Sabemos en qué condiciones se fabrican nuestras bicis? ¿Para cuándo una bici con etiqueta fair trade?