El Valencia no es Guantánamo

David Villa ha expresado por activa y por pasiva su intención de abandonar el Valencia. Para algunos periodistas se está cortando la carrera del futbolista. ¿Realmente tiene derecho a patalear el siete de La Roja?

Villa continuará con toda seguridad celebrando sus goles con la selección. ¿Lo hará también con el Valencia?

En los últimos días se han repetido los comentarios a cerca del supuesto mal trato por parte del Valencia hacia David Villa. Según éstos, el club ché, después de haber aceptado inicialmente la oferta planteada en su día por Florentino Pérez, se habría luego echado atrás declarando al internacional asturiano como intransferible. En realidad, lo que habría ocurrido es que una vez alcanzado el acuerdo entre ambos clubs, el Valencia trató de tensar la cuerda, buscando una mejora en las condiciones pactadas en un primer momento, lo que en ningún modo fue aceptado por la dirección del equipo de la capital de España.

Ahora, con el Barça como serio candidato a llevarse a la Ciudad Condal a la última perla surgida de la otrora fructífera Escuela de Mareo, la pregunta sigue siendo la misma: ¿está el Valencia en su derecho de retener a Villa en caso de no recibir una oferta “escandalosamente escandalosa” (en palabras de su presidente)? Por supuesto.

Los jugadores y los clubes, están obligados a cumplir lo que ambos hayan acordado por contrato. Para bien y para mal, aunque en la mayoría de los casos suele ser más para bien de los jugadores que de los equipos que los contratan, quienes a pesar de tratar de retener a sus mejores activos con cláusulas prohibitivas, se enfrentan una vez sí y otra también, a jugadores caprichosos que llegado el momento, prácticamente obligan a sus equipos a deshacerse de sus servicios por cantidades muy inferiores a lo estipulado en sus cláusulas de rescisión.

Me reconozco admirador del guaje, como no podría ser de otro modo siendo sportinguista de nacimiento como soy. Pero lo cortés no quita lo valiente, y si el de Tuilla firmó en su día las mejoras en su contrato (tres en total) sin nadie que le obligara a ello, debería ser lo suficientemente profesional como para aceptar que quien hasta ahora le ha pagado, intente hacer valer lo fijado en dicho contrato, o cuando menos, no malvenderle.

Podríamos discutir aquí si las dichosas cláusulas deberían ir ligadas a lo percibido por el jugador. Hoy nos hemos desayunado por ejemplo con la cuantía de la cláusula de Cristiano Ronaldo: mil millones de euros. De locos. Pero una vez firmados los contratos, éstos deben cumplirse. Y lo que nunca puede hacerse es criticar a una de las partes por defender los derechos que aquéllos le otorgan.

Como en el matrimonio, cuando se firma un contrato, se promete a la otra parte fidelidad en la enfermedad y en la salud, en la riqueza y en la pobreza… Aunque refiriéndonos a las estrellas del fútbol actual, pobreza, lo que se dice pobreza, más bien poca.