Hoy verano y mañana Navidad

En esta sociedad los tiempos se aceleran de tal modo, que podemos ver sin sorprendernos cómo por ejemplo en pleno verano, podemos ya ver en los escaparates de las tiendas de ropa, prendas de invierno.

La sociedad impone ritmos de vida cada vez más acelerados.

Leía ayer una columna de un conocido periodista que colabora en un periódico regional de Castilla y León en la que el autor, no sin cierta gracia e ironía, comentaba su perplejidad al comprobar cómo en los escaparates de las tiendas de ropa, comparten ya protagonismo al cincuenta por ciento las rebajas de verano con las prendas correspondientes a la próxima temporada de otoño/invierno. Para completar este desajuste espacio temporal que manifestaba sufrir el periodista, mencionaba también el hecho de que en apenas unas semanas, veremos por todas partes publicidad para comprar la Lotería de Navidad. ¡En pleno mes de agosto!

No le falta razón al columnista en cuestión. Es algo que siempre me ha sorprendido sobremanera. ¿Quién puede en pleno mes de agosto comprarse una prenda de abrigo cuando además habrá de pagar por ella un precio muy superior al que esa misma prenda tendrá en las correspondientes rebajas de invierno? Se hace difícil no sudar con sólo ver al lado de la ropa escotada, trajes de baño y bermudas que ahora procede, chaquetas de piel, jerseys de cuello cisne o vestidos de lana.

Mi madre solía decirme “no tengas prisa porque lleguen las vacaciones, hijo mío, porque todo llega y todo pasa”. Sabias palabras. Vivimos una sociedad en la que los tiempos se han acelerado de una forma que nos hace pensar muchas veces más en lo que ha de venir, que en el propio momento en el que nos encontramos. ¿Dónde ha quedado aquel Carpe Diem tan de moda otrora y que ahora muchos confunden con “quema la vida hoy porque quizás mañana no puedas hacerlo”? Nada que ver con su sentido real.

Estamos, lo queramos o no, inmersos en una sociedad en la que todo va deprisa, muy deprisa. El ritmo de vida se ha acelerado de modo que todo lo que hoy es nuevo, mañana está ya obsoleto y fundido. No extraña así el que el prozac sea compañero de fatigas casi indispensable en nuestro neceser. Es el precio que hemos de pagar por tratar de mantener el tipo sin desfallecer en el intento. O estás dentro o estás fuera.

Personalmente me sentía más cómodo con un compás no tan acelerado como el que ahora nos marca el metrónomo de esta sociedad. Pero por desgracia no queda otra que renovarse o morir; así que mañana mismo si encuentro tiempo para ello, que no será fácil, junto con el nuevo bañador, me compraré también un jersey de cuello cisne. Lo del décimo de Navidad, lo dejaremos ya para el próximo mes.