Un Vueling de 7 horas entre Valencia y Sevilla

Volar entre Valencia y Sevilla y no desesperar en el intento es lo que hicieron el pasado viernes por la noche más de un centenar de pasajeros de Vueling. Siete horas de un vuelo cuyos ingredientes fueron un retraso excesivo, un aeropuerto de destino cerrado sin aviso previo y 3 horas en autobús.

Los pasajeros rellenando los formularios de reclamaciones

Todo empezó cuando el vuelo VY 8005 que salía a las 21:45 del viernes retrasó su despegue hasta la 01:00. Del sábado, claro. Tres horas en las que los clientes de esta compañía de nueva generación, que acaba de absorber a Click Air, no obtuvieron ningún tipo de explicación. Sólo un ticket para poder tomar “un refrigerio” compuesto de un bocata frío y una bebida. Con este retraso los ánimos se empezaron a caldear ya que había mucha gente que perdía, entre otras cosas, la posibilidad de alquilar un coche y continuar su viaje, ya que cuando llegáramos al aeropuerto de Sevilla no habría nada abierto.

Pero lo que parecía un “por fin” cuando encendieron los motores y el avión abandonaba el asfalto de la pista de Manises, fue el pistoletazo de salida de una surrealista escena propia de “Aterriza como puedas”.

Dos menos cuarto de la mañana. Cuando ya me frotaba las manos al ver más cerca mi destino, suena por megafonía una voz que escupe un “Como está cerrado el aeropuerto de Sevilla, vamos a desviarnos y aterrizaremos en Málaga”. ¿En Málaga? Aunque pensábamos que era una de las notas de humor de esta compañía enrollada que te desea “un buen vueling” y te habla de tú como si fueras su amigo, era la triste realidad. Incomprensible pero cierto.

Aunque más incomprensible era ver cómo las azafatas y demás tripulación nos decían: “Supongo que os pondrán un autobús hasta Sevilla, pero no tenemos ni idea de qué va a pasar”.

No fue hasta llegar a tierra cuando nos indicaron que había tres autobuses esperándonos para que continuáramos tres horas de trayecto, por carretera, hasta Sevilla. Nadie de Vueling nos dio ningún tipo de explicación. Sólo dieron la cara los trabajadores de Iberia. Eso sí, espolsándose todo tipo de responsabilidad de encima, ya que según ellos sólo les llevan el handling en el aeropuerto malacitano y no tienen ningún tipo de relación más que ése con la compañía Vueling.

Poner una reclamación fue una tarea ardua, ya que sólo les quedaban cuatro o cinco impresos. Los que no tuvimos la fortuna de conseguir estos anhelados folios de la Junta de Andalucía, tuvimos que esperar a que (media hora después) llegaran de un despacho el resto de impresos donde al parecer estaban custodiados.

Cuando, resignados, optamos por la única opción que nos ofrecen, uno de los chóferes se niega a ir al aeropuerto de Sevilla. Él tiene orden de ir a la estación ferroviaria de Santa Justa y eso es lo que va a hacer. Nos guste o no. Aunque todos teníamos prevista nuestra llegada al aeropuerto, él nos llevará a la estación de tren.

A las seis de la mañana del sábado, siete horas después de la hora prevista, por fin, entramos en el aeropuerto de Sevilla. Lo mejor, el aterrizaje sin necesidad de ponernos cinturón de seguridad.