De lo que pudo ser y ¿no fue...?
Me resulta curioso -teniendo en cuenta que yo no lo soy, y que la mayor parte de los temas a los que dedico mis reseñas poco o nada tienen que ver con esa profesión- que buena parte de los autores de los blogs que sigo habitualmente, y de mis contactos de redes sociales, sean periodistas. Pero eso, como buena parte de las circunstancias de la vida de cada cual, no es algo inexplicable ni casual; es más, el niño que algún día fui, debe sentirse, en alguna medida, reconfortado con la situación, y hasta es probable que, de vez en cuando, esboce una sonrisilla sardónica ante la constatación de que, al fin y a la postre y de alguna manera, su voluntad terminó marcando la mía.
Porque este humilde escribiente, cuando era pequeño, ante la típica y tópica pregunta de qué quería ser de mayor, siempre respondía, contundente e inequívocamente, que, de mayor, sería periodista. Y no era una respuesta que emanara de una idea difusa o poco consciente de mi real voluntad, o que hubiera llegado a convertirse, con el paso del tiempo y su repetición, en una especie de mantra mecanizado y rutinario. No, no, nada de eso. Era la respuesta consecuente con mi firme determinación de dedicarme a una profesión que para mí simbolizaba la suma de lo más sublime a que el ser humano podía dedicarse profesionalmente: observar lo que pasaba en el mundo y transmitírselo a sus semejantes con rigor, objetividad y amenidad. ¿Qué podían suponer, al lado de eso, las memeces y naderías a que se dedicaban médicos, albañiles, ingenieros, electricistas, abogados o maestros...?
Como suele pasar en la mayoría de estas historias, el paso de los años y los avatares de la vida terminaron dando al traste con tan férrea determinación (ergo, tan férrea no sería, que me podrá objetar el lector malicioso....), y uno, al final, terminó estudiando algo distinto y dedicándose profesionalmente a algo diferente. Ya sé, ya sé: ni fui el primero, ni seré el último, y, además, qué quieren que les diga, francamente, no me puedo quejar, la vida no me trató mal en lo que a su faceta laboral se refiere, y, a ese respecto, mentiría si dijera que tengo alguna espina clavada, o una secreta frustración de esas que te hacen enfrascarte en dimes y diretes todas las noches con tu amiga almohada (sobre lo que pudo ser y no fue, o vainas similares...).
Pero está claro que esa fascinación infantil por el periodismo tuvo que dejar algún rescoldo que es el que intento ahora apagar, supongo, acercándome, en cierto modo, a ese mundo, a través del contacto con sus esforzados facedores; gente a la que, desde la desmitificación que impone el devenir del tiempo y el conocimiento de las miserias y debilidades humanas -que, por supuesto, también les atañen y alcanzan-, no dejo de admirar, en la medida en que aún puedo apreciar en una buena parte de ellos, ese mismo impulso, esa idéntica ilusión, que tanto magnetismo despertó en un niño cuyos referentes cercanos (familiares, sociales, etc.) eran totalmente ajenos a la profesión periodística.
Tema distinto es el de la opinión que me pueden merecer los grandes gurús, que, normalmente, y como corresponde a su condición, se instalan en un territorio desde el que marcan el status quo dominante, y en el que aspectos como imparcialidad o objetividad no son más que un mero señuelo, cuya inexistencia se desvela tan pronto como se rasca mínimamente su superficie; pero, claro está, en las alturas del olimpo mediático, las exigencias son otras, y las consideraciones en base a las que se trabaja, también. Ya saben, poderoso caballero, y disquisiciones de tal jaez. Pero no son esos los periodistas de los que hablo y a los que admiro.
Me encanta escribir, y escribo: posiblemente, y en gran parte, movido por el influjo de tantos y tantos periodistas a los que, desde edades muy tempranas, fui y he ido siguiendo. Pero no soy un periodista, y no creo que vaya a llegar a serlo nunca. No me importa. Lo que me importa, y lo que me gustaría, es que aquellos que, ilusionada y esforzadamente, intentan hacerse un hueco en la profesión a base de derrochar profesionalidad, honestidad y trabajo, lo consigan, y se asienten en un mundo en el que valores que escasean horrorosamente son la seguridad o la estabilidad. No es fácil, pero el empeño merece la pena. Otros lo leeremos, y lo contaremos. Y aquel niño que un día quiso ser periodista y jamás llegó a serlo volverá a esbozar una sonrisa, de satisfacción, respeto y admiración. Mucho ánimo, amigos, y adelante.
Si quieres firmar tus comentarios, regístrate o inicia sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
En: E-Campany@
Recomendación: Albert Medrán
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si quieres, puedes registrarte o, si ya lo estás, iniciar sesión ahora.