Las leyendas de Rossi: capítulo 9.

La prueba de Malasia se presentaba como presunta última batalla de la temporada, a falta de la prueba de Ricardo Tormo (Valencia). Rossi no tenía intención de retrasar su título mundial ni Lorenzo de tirar la toalla.

La carrera comenzó rara. La lluvia respetó a los pilotos de 125cc. (que ganó Julián Simón) y a los de 250cc. (que ganó el líder del Mundial, Aoyama) pero no perdonó su condena a los pilotos de MotoGP. El chaparrón se cebó con el circuito de Sepang y el Gran Premio de Malasia tuvo que retrasarse 35 minutos. Rossi preocupado, Lorenzo optimista.

Las dudas en el paddock asaltaban a todos los equipos. Las pruebas del fin de semana se habían hecho sobre seco y sin ninguna referencia sobre mojado había que programar la moto según datos del ordenador. Cada 'maestrillo' tiene su 'archivillo'.
Todo hacía presagiar que la carrera sería medio mojado y medio seco. Los pilotos tendrían que entrar y cambiar de moto cuando la carrera estuviera disputándose. Las extremas temperaturas de la región harían que el circuito se secara durante la prueba. Pero no fue así.

Jorge Lorenzo salió desde el pit lane. Un error imprevisible e imperdonable. Mientras daba la vuelta de formación se metió en boxes para hacer unas comprobaciones y el semáforo se apagó. Lorenzo quedó encerrado y echó por tierra todo lo que había luchado para conseguir el mejor tiempo durante la pole, y haber conseguido el segundo mejor crono. Lorenzo saldría desde la última posición. Por su parte Rossi se frotaba las manos y los ojos: no se podía pensar que tendría todo tan favorable en unas circunstancias tan desfavorables. La lluvia repele a algunos.

El semáforo se puso en verde y tanto Pedrosa como Rossi salieron como cohetes en busca y captura de la primera curva a derechas. El asfalto mojado y los nervios 'quemados' de los pilotos podrían montar un buen cisma y había que evitar riesgos.

Rossi afrontó mal ese primer giro y quedó demasiado abierto. El resto del 'pelotón' tomó bien la curva y Rossi tuvo que cerrar gas para no irse al suelo. Partió desde la pole y empezó la carrera desde la décima posición. Mientras tanto Stoner desapareció de la carrera en la primera posición. El australiano no tardó en imponer un ritmo frenético y se mostró como pez en el agua navegando sobre el circuito de Sepang.

El desterrado Lorenzo resucitó. En apenas varios giros se colocó octavo y por delante de su compañero de equipo, Rossi. El mallorquín quería remontar y morir matando. Pero el italiano fue inteligente y paciente. 'Il Dottore' se pegó a Lorenzo y mientras este remontaba puestos aquél seguía la estela. Ambos llegaron en pocas vueltas a la cuarta y quinta posición mientras Pedrosa aguantaba en la segunda a más de 15 segundos de Stoner.

Y Rossi activó su estrategia. Con toda la morralla limpia y sin pilotos por delante, el temporal había amainado para Valentino, que no dudó en adelantar a Lorenzo y marcharse en solitario en busca del podio. Ese es Rossi, un hombre que no esperó tranquilamente algún error (probable dadas las circunstancias) de sus adversarios para entrar en cuarta posición y proclamarse campeón del Mundo. No fue así. 'Talentino' dejó atrás a Lorenzo y fue en busca del podio para ganar el título como él manda: entre los mejores.

Rossi empezó a poner el cronómetro en marcha y redujo diferencias. Stoner cabalgaba en solitario y Pedrosa se afianzó en la segunda posición. Dovizioso, que marchaba tercero, se marchó al suelo y Rossi alcanzó la gloria: en puestos de podio cerraría un campeonato más disputado de lo que se preveía gracias a la 'guerra' librada con Jorge Lorenzo, su compañero de equipo en Yamaha.

Noveno título para Rossi y séptimo en la categoría reina. Un piloto que se ha convertido en el que más podios ha conseguido en la historia, un piloto que tiene el récord de poles compartido con Doohan (58) y un piloto que ha ganado con Aprilia, Honda y Yamaha. Un piloto prácticamente perfecto.

El italiano lo celebró con una camiseta y con la siguiente leyenda:"Gallina vieja de buen caldo", y mostraba un 9 con gran orgullo. No es para menos. Sin duda, una gallina con un par de huevos de oro y un curriculum que lo convertirán en uno de los mejores pilotos de motociclismo de toda la historia.

Cuando el italiano disfrutaba de su vuelta de honor, Lorenzo acercó su moto para felicitarle. El mallorquín estiró el brazo y le mostró la mano. Seguro que apretó bien fuerte y seguro que ambos interpretaron bien el gesto: "nos vemos el año que viene". Más que una felicitación yo lo entendería como un duelo. El orgullo del piloto español y la calidad incomparable del italiano nos mostrarán la temporada que viene un duelo de altas miras. Pedrosa arreglará sus problemas mecánicos y Stoner estará al cien por cien. Y como siempre: algún invitado se colará a esta fiesta del motociclismo.