El nuevo fiscal general de EE.UU. toma posesión del cargo

Washington.-  La administración del presidente de EE.UU., George W. Bush, que se ha visto sacudida por acusaciones de abusos a detenidos, cuenta desde hoy oficialmente con un nuevo secretario de Justicia que no ha querido definir lo que es "tortura".

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(EFE)

El secretario de Justicia de Estados Unidos, Michael Mukasey (d), jura el cargo ante el presidente del Tribunal Supremo John Roberts (i), durante una ceremonia celebrada en el Departamento de Justicia en Washington este miércoles 14 de noviembre de 2007.

El ex juez Michael Mukasey juró hoy el cargo que lo convierte también en Fiscal General del Estado.

Estados Unidos "no tortura", ha repetido Bush hasta la extenuación, especialmente tras la aparición de las fotos de las vejaciones perpetradas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib y las noticias de abusos cometidos en la prisión de Guantánamo.

No obstante, todo depende de la definición que uno use de "tortura".

En las audiencias de confirmación del cargo en el Senado, Mukasey afirmó que la tortura viola la Constitución de Estados Unidos, pero no quiso decir si eso incluye algunas de las técnicas que su país aparentemente ha usado para interrogar a sospechosos.

Su silencio es importante porque el secretario de Justicia es, además, el principal policía y fiscal del país, que debe garantizar el cumplimiento de la ley incluso en la Casa Blanca.

Ese papel fue puesto a prueba, por ejemplo, en los enfrentamientos del presidente Richard Nixon con su secretario de Justicia, Elliott Richardson, que dimitió junto con su lugarteniente después de que el inquilino de la Casa Blanca le pidiera despedir al fiscal que investigaba el escándalo de "Watergate".

Mukasey ha prometido independencia de la Casa Blanca y en su discurso durante la ceremonia de hoy dijo que el cliente de su Departamento "es el pueblo de este país", no el presidente.

Estas declaraciones contrastan con la posición de Alberto Gonzales, su antecesor, que era uno de los aliados más estrechos de Bush desde su época como gobernador de Texas y que dimitió tras saberse que algunos fiscales fueron cesados supuestamente por motivos políticos.

Mukasey se comprometió hoy a aplicar la Constitución "de forma neutral y equilibrada", en un acto repleto de empleados en el que no mencionó el asunto de la tortura, un tema que convirtió su proceso de confirmación, que se preveía sencillo, en un vía crucis para el Gobierno.

Pese a la insistencia de los senadores demócratas, Mukasey se negó a decir si considera tortura la asfixia simulada, la supresión del sueño y la exposición al frío.

De todas esas técnicas, la primera es la que ha acaparado mayor atención, tal vez por su brutalidad y porque, según muchos expertos, la legislación al respecto es clara.

Consiste en inmovilizar a una persona tumbada boca arriba con la cabeza inclinada hacia abajo, colocarle una gasa en la boca y echarle agua sobre la cabeza.

El arrestado inhala el líquido, que llega a los pulmones, provocando una sensación de ahogo inminente.

Mukasey ha dicho que ese procedimiento es "repugnante", pero no se ha pronunciado sobre si es ilegal, con lo que, según Gary Solis, profesor de derecho de la Universidad de Georgetown y ex juez militar de los Marines, ha puesto en tela de juicio más de un siglo de jurisprudencia.

Solis se mostró sorprendido de "que cualquier persona inteligente dude de que la asfixia simulada constituye tortura".

"Es moral y éticamente equivocada, y contraria a la ley estadounidense y tratados internacionales", opinó.

Mencionó, igualmente, que durante la guerra de EE.UU. contra Filipinas (1899-1902) cinco oficiales estadounidenses fueron condenados en una corte marcial por usar ese procedimiento con prisioneros.

Tras la Segunda Guerra Mundial, tribunales militares de EE.UU. castigaron a soldados japoneses por aplicar la asfixia simulada a estadounidenses y filipinos, señaló Solis, que dijo que también fue usada por agentes de Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.

El silencio de Mukasey mantiene la incógnita de si Estados Unidos utiliza en su guerra contra el terrorismo algunos de los métodos de las cámaras de horrores de la DINA.

El propio Bush parece haber fomentado esa incertidumbre con sus declaraciones.