Con picos y palas, civiles extranjeros levantan Pisco entre los escombros

Pisco (Perú).-  Armados con picos y palas, un batallón de civiles extranjeros ha tomado la ciudad peruana de Pisco, prácticamente destruida por el terremoto del 15 de agosto, con el objetivo de limpiar sus calles y levantar viviendas y escuelas.

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(EFE)

Una madre abraza a su hija del colegio "República de Argentina", en la ciudad porteña Pisco, tras el sismo de 4,0 grados en la escala de Richter que sacudió esta ciudad que aún se recupera del poderoso terremoto que devastó el 15 de agosto pasado la costa central peruana.

No han sido contratados por el Estado peruano ni tampoco por las empresas constructoras, son voluntarios de la organización "Hands On" (Manos en Acción), quienes han puesto fin a la impresión generalizada de que los forasteros procedentes de los países ricos se limitan a distribuir ayuda humanitaria después de una tragedia ocurrida en el Tercer Mundo.

Y lo cierto es que son un caso particular porque los integrantes de "Manos en Acción", que en su mayoría balbucean sólo algunas palabras en español al proceder de lugares como Estados Unidos, Europa y Australia, son los obreros de la construcción en Pisco.

Se trata de 80 voluntarios llegados de 25 países y agrupados en torno a esta organización no gubernamental (ONG) con base en Estados Unidos pero nacida en Tailandia, tras el "tsunami" de diciembre de 2004 que causó más de 200.000 muertos y arrasó las zonas costeras de una docena de países asiáticos.

El peor maremoto registrado en el último siglo sirvió como primera experiencia a "Manos en Acción", organización que, sin embargo, se consolidó tras el huracán Katrina que arrasó el sur de Estados Unidos.

Con su llegada a Perú, participan por primera vez en una situación de emergencia en América Latina.

"Sólo llevo dos días en Pisco, pero trabajé con el grupo en Misisipi, después del Katrina", explica a Efe Bess Leonard Cahn, una asistente social que trabaja en las prisiones de Nueva York.

"Hago lo que puedo", reconoce esta neoyorquina de 29 años, al explicar que no es ni carpintera ni albañil, mientras carga con grandes estructuras de madera para levantar una vivienda provisional en el solar que antes ocupaba el hogar de una familia pisqueña.

Mientras tanto, el productor de cine escocés Paul Breen lleva una carretilla con cemento y otros materiales de obra, al tiempo que su compañero, el profesor neoyorquino de secundaria Erik Seinderberg, limpia de escombros el acceso a una vivienda semidestruida.

Breen viajó desde Escocia a Pisco hace dos meses y espera quedarse hasta febrero próximo, en la que se ha convertido en su primera experiencia de este tipo, según relata a Efe.

Para Seindenberg es también su primera labor humanitaria: "es mucho trabajo, pero reconforta", asevera a Efe tostado por el sol aplacador que comienza a azotar a esa zona de la costa peruana atestada de carpas que alojan a centenares de familias desde el fatídico 15 de agosto.

En esa fecha un sismo de 7,9 grados Richter sacudió la costa central peruana y destruyó casi en su totalidad la ciudad de Pisco, lo que causó 595 muertos, 318 desaparecidos y más de 300.000 damnificados, según el Instituto de Estadística e Informática de Perú (INEI).

Han pasado cuatro meses y los afectados siguen viviendo en tiendas de campaña o entre los escombros de sus derruidos hogares, mientras el pánico se sigue adueñando de sus vidas por la sucesión de réplicas del terremoto que superan las 1.300 desde agosto.

Aunque la ayuda internacional ha sido abundante, los habitantes sienten que el Estado no ha estado todo lo presente que hubieran deseado, y eso lo demuestra el hecho de que el organismo oficial creado después de la tragedia, el Fondo para la Reconstrucción del Sur (FORSUR), no se ha puesto de acuerdo ni siquiera para celebrar una primera reunión.

La esperanza de los pobladores sigue depositada en las organizaciones sin ánimo de lucro, como "Manos en Acción", cuya directora de proyecto, la estadounidense Rebecca Howard, insiste a Efe en que siguen reclutando voluntarios mientras aprovecha para publicitar sus cuentas bancarias y captar donativos.