París.- El líder libio, Muamar Al Gadafi, inicia mañana una visita de seis días a Francia, que viene precedida de una polémica sobre la pertinencia de esta acogida por el presidente, Nicolas Sarkozy, que espera aprovechar para cerrar contratos por varios miles de millones de euros.
El líder libio, Muamar Gadafi (i) conversa con el presidente francés, Nicolás Sarkozy (d) hoy en Lisboa durante la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la Unión Europea (UE) y África que se ha celebrado en la capital lusa el 8 y 9 de diciembre.
Dos claros bandos han protagonizado esta polémica en los últimos días, por un lado la oposición a Sarkozy de izquierdas y de centro, que recuerda las vinculaciones de Gadafi con el terrorismo y el uso político que hizo de la detención de las enfermeras búlgaras.
En el otro bando está la mayoría conservadora -salvo algunas excepciones- y sobre todo el propio presidente, que no duda en insistir en que sin su acción, las enfermeras búlgaras todavía estarían encarceladas injustamente, y que hay que respaldar un régimen como el libio que abandona el terrorismo y quiere reintegrarse a la legalidad internacional.
El jefe de los diputados socialistas, Jean-Marc Ayrault, pidió hoy la anulación de la visita del líder libio a la Asamblea Nacional, que consideró "inaceptable" en un comunicado.
"Si el coronel Gadafi quiere ser invitado (a la Asamblea) debe acabar con su sistema de exacciones. Debe cesar de promover, con actos y con palabras, el terrorismo internacional", señaló Ayrault.
Otro diputado socialista, Pierre Moscovici, que además preside una comisión parlamentaria sobre las condiciones de liberación de las enfermeras búlgaras, consideró que la invitación de Sarkozy para la visita es el "verdadero precio" de la puesta en libertad de los profesionales médicos a los que Libia acusaba de haber inoculado el sida a cientos de niños de su país.
El primer secretario de los socialistas, François Hollande, denunció que "ninguna firma de contratos comerciales puede legitimar una ceguera tal de Nicolas Sarkozy".
El jefe del Estado francés, que ayer no dudó en saludar ayer en la cumbre UE-África de Lisboa a Gadafi, y al que reiteró lo "feliz" que está de recibirlo mañana en París, rechazó todas esas acusaciones.
"Si no acogemos a los países que toman el camino de la respetabilidad, ¿qué tendríamos que hacer con los que toman el camino inverso", se preguntó Sarkozy, que añadió que "Francia habla con todo el mundo para decirle un cierto número de cosas. Si no hubiera hablado con Gadafi, las enfermeras búlgaras estarían todavía en la cárcel".
Respecto al interés financiero de la visita, replicó irónicamente que no se puede estar denunciando la amplitud del déficit comercial francés y "sorprenderse de que el presidente de la República se arremangue para ir a buscar uno a uno los contratos".
Una alusión al anuncio del pasado viernes del hijo de Gadafi Seif el Islam, que avanzó que su país va a comprar aviones Airbus por más de 3.000 millones de euros, así como un reactor nuclear, y tiene intención de adquirir igualmente abundante material militar, en particular cazas "Rafale" del fabricante francés Dassault Aviation.
Gadafi será recibido por Sarkozy en el Elíseo mañana por la tarde nada más llegar a París, y cenarán juntos. Se volverán a ver el miércoles por la tarde, después de que el presidente francés haya ofrecido un almuerzo al rey de España, Juan Carlos I.
El resto de su agenda aún está sin fijar, aunque además de su reunión con parlamentarios en la Asamblea se ha concertado un encuentro con la patronal francesa MEDEF, otro con personalidades del mundo de la cultura, con representantes de la comunidad africana en la UNESCO y con mujeres destacadas de origen inmigrante.
El líder libio se albergará en la residencia de los mandatarios de visita en París, el Palacio de Marigny, junto al Elíseo, donde se montará su jaima, como ocurre en sus desplazamientos, para recibir invitados.
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