Un obispo brasileño reitera su causa tras dos semanas de huelga de hambre

Río de Janeiro.-  El obispo brasileño Luiz Flavio Cappio, que completó dos semanas de huelga de hambre, reafirmó hoy que apenas cesará su ayuno cuando el Gobierno suspenda definitivamente las obras de trasvase de un río para llevar agua a una de las regiones más pobres y áridas de Brasil.

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(EFE)

El prelado mantuvo en octubre de 2005, durante once días, otra huelga similar, que apenas suspendió cuando un ministro enviado por el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, lo atendió.

"Mantendré la huelga de hambre hasta el momento en que las obras sean paralizadas y que el Ejército desocupe los dos canteros de obras desde los que comanda las tareas", afirmó el obispo de la diócesis de Barra, ciudad en el interior del estado de Bahía (nordeste), en entrevista telefónica con Efe.

"Incluso si el Gobierno acepta negociar, esas son mis dos condiciones para dialogar. En caso contrario mantendré el ayuno", agregó el franciscano de 61 años.

El prelado mantuvo en octubre de 2005, durante once días, otra huelga similar, que apenas suspendió cuando un ministro enviado por el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, se comprometió a abrir un debate nacional sobre el trasvase del río San Francisco.

El obispo de Barra alega que el Gobierno no cumplió la promesa y que en esta oportunidad no se dejará engañar por palabras.

Las obras para el trasvase del San Francisco, un antiguo proyecto que puede beneficiar a doce millones de personas y es considerado como uno de las principales banderas del Gobierno de Lula, comenzaron en junio pasado.

El religioso asegura que la obra amenaza la vida del río, que primero tiene que ser revitalizado, y que la canalización apenas favorecerá a ricos hacendados y criadores de camarón, y no a los pobres que sufren con la sequía.

"El agua que será desviada a esos estados. No beneficiará a los pobres, apenas a los hacendados", asegura.

"Hemos recibido cartas de esos obispos y hermanos (que defienden el proyecto) y las hemos respondido. Les hemos explicado nuestros argumentos", afirmó.

El San Francisco, con 2.700 kilómetros de extensión, baña Minas Gerais, Bahía, Pernambuco, Sergipe y Alagoas, estados en los que varios grupos consideran que el desvío puede perjudicarlos.

A diferencia de la huelga pasada, cuando la Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB) hizo restricciones al ayuno del obispo, en esta oportunidad le ha manifestado amplio apoyo.

"Estoy recibiendo mucho apoyo de la Iglesia, de mis hermanos. Hoy recibí una llamada del presidente de la CNBB, que me trató de forma muy solidaria, muy amiga, muy fraterna", aseguró.

"El apoyo del pueblo ha sido enorme", agregó el obispo al explicar que está publicando todas las cartas de respaldo en un sitio en internet (www.umavidapelavida.com.br).

"La Conferencia Episcopal me comunicó que hablará sobre mi situación con Lula. Ellos van a llamar la atención del Gobierno sobre ese absurdo del trasvase. La Conferencia es contraria a ese proyecto", afirmó.

En un comunicado divulgado ayer, la Conferencia manifestó su "preocupación" por el estado de salud del obispo y le pidió al Gobierno "un gesto de buena voluntad".

Hace dos años, poco antes de poner fin a su huelga de hambre, el obispo recibió una carta en la que el Vaticano le ordenó suspender el "gesto radical" por no ser una forma aceptable de "manifestar su reivindicación o su entrega por el pueblo de Dios".

"La Santa Sede confía en que vuestra excelencia no desobedecerá el precepto divino de no extinguir o perjudicar su vida, y que inmediatamente pondrá fin a ese gesto", según la carta firmada por el entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, el italiano Giovanni Battista.

"De Roma hasta ahora no he recibido nada. La vez pasada apenas me recomendaron que me cuidara", dijo.

En cuanto a los argumentos del Vaticano de que la Iglesia se opone a cualquier comportamiento que atente contra la vida, el obispo alega que su ayuno es una forma de movilizar a la sociedad y al Gobierno debido a que el trasvase es el que está colocando muchas vidas en juego.