El Congreso Nacional Africano, en la encrucijada de elegir a sus próximos lideres

Johannesburgo.-  Los 3.900 delegados con derecho a voto en la 52 conferencia nacional del Congreso Nacional Africano (CNA) seguían concentrados hoy en las nominaciones de quienes liderarán en los próximos cinco años el partido gubernamental en Sudáfrica.

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(EFE)

Seguidores del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que gobierna en Sudáfrica desde el final del régimen de 'apartheid', muestran su apoyo al presidente Thabo Mbeki, en la localidad de Polokwane, en la provincia de Limpopo (Sudáfrica).

El plenario de la conferencia, reunida en la ciudad de Polokwane, en la norteña provincia de Limpopo, debía completar las nominaciones ayer, domingo, pero diferencias de opinión en cómo se efectuará el escrutinio de la votación -manualmente o por medios electrónicos- demoraron hasta hoy el procedimiento.

Finalmente fue aceptado que el escrutinio para los primeros seis puestos del Consejo Nacional Ejecutivo del CNA, incluido el presidente del partido, será hecho manualmente y refrendado electrónicamente.

No obstante, el único cargo para el que se han presentado hasta ahora dos candidaturas formales es el de presidente del CNA, que han recaído -como se esperaba- en su actual directivo y presidente del país, Thabo Mbeki, y su segundo al mando del partido, Jacob Zuma.

Los delegados deberán completar en las próximas horas el resto de las nominaciones, lo cual abrirá el camino a la votación propiamente dicha, cuyo resultado podrá ser divulgado mañana, martes.

La rivalidad entre Mbeki y Zuma ha creado la brecha más profunda experimentada por el ANC en toda su historia y esta es la primera elección interna en 50 años que es disputada en términos tan militantes.

Si bien los dos hombres comparten, aparte de la misma edad, 65 años, un pasado común como veteranos de la lucha contra el "apartheid", sus situaciones y circunstancias no podrían ser más contrastadas.

Mbeki es un intelectual formado en universidades extranjeras que sigue una línea económica conservadora -es tildado de liberal por sus críticos más acérrimos- y si bien es un experto consumado en la política interna del partido, aparece como "muy frío" frente a las masas.

Zuma, quien no tiene una educación formal, es poseedor, sin embargo, del carisma que le falta a su rival y es visto como "el paladín de los pobres, o al menos esa es la imagen que el Partido Comunista Sudafricano y el Congreso Sudafricano de Sindicatos le han dado al adoptarlo como líder de la izquierda sudafricana.

El jefe de Estado, favorito de la clase media y los empresarios, tiene la ventaja de encabezar un Gobierno que ha logrado un constante crecimiento económico, pero es acusado de haber "abandonado a los pobres" al no incluirlos en la distribución de las riquezas del país.

El respaldo comunista y sindical a Zuma ha creado temores de que éste podría dar a la economía un giro hacia la izquierda, pero el vicepresidente del ANC ha rechazado de plano estas versiones e incluso realizó una gira al exterior para asegurar a los inversionistas extranjeros de que bajo su presidencia los negocios en este país serán "como de costumbre".

Mbeki, limitado por la Constitución sudafricana a dos términos presidenciales, termina su segundo mandato en el 2009, pero los reglamentos del ANC no imponen limitaciones de tiempo a sus líderes.

El presidente del ANC es, usualmente, el candidato a la primera magistratura del país y si el cargo no recae en la misma persona, tal como se avecina, el jefe de Estado (Mbeki) estará supeditado a las órdenes de aquel (probablemente Zuma), con el consiguiente peligro de un desgobierno.

Los seguidores de Zuma han advertido ya de que un ANC bajo la dirección de éste ejercerá constante presión sobre Mbeki para que el Presidente "consulte todo con el partido", lo cual, en términos prácticos, dejaría impotente al Gobierno y crearía una parálisis en muchos sectores.

La situación ha creado una atmósfera enrarecida en todos los ámbitos del partido gubernamental, acostumbrado a funcionar por dictámen de sus líderes reunidos en "politburó" (herencia de su pasado de movimiento de liberación apoyado por la antigua Unión Soviética), e, irónicamente, cualquier disidencia, por más que sea democrática, es vista por muchos como un acto de "traición".

El propio Nelson Mandela y figuras tan representativas de la lucha contra el "apartheid" como el arzobispo anglicano Desmond Tutu han elevado voces de alarmas y advertido del peligro de que la actual rivalidad por la presidencia del ANC podrían dañar seriamente, e incluso destruir, al partido.

El ganador de este pulso heredará las riendas de un partido que ha gobernado, casi sin oposición, la mayor economía del África desde el final del "apartheid" en 1994.

Según la facción de Mbeki, Zuma no tiene la estatura moral para ocupar la presidencia del CNA y mucho menos de Sudáfrica, debido a sus conexiones con los protagonistas de un escándalo de corrupción en torno a un multimillonario contrato armamentista, que terminó en un proceso judicial contra este último y su ex "asesor financiero", Shabir Shaik.

Shaik fue condenado a quince años de cárcel por cohecho y corrupción y durante su juicio se presentaron pruebas de que se beneficiaba de su relación con Zuma para sus negocios privados, mientras que éste, por entonces vicepresidente del país, obtenía de aquel ingresos adicionales para financiar un tren de vida que su sueldo de funcionario no le permitía.

El escándalo obligó a Mbeki a destituir a Zuma el 14 de junio de 2005 y seis días después la Fiscalía Nacional presentó cargos judiciales contra el ex vicepresidente.