Un mexicano recibe una indemnización millonaria por haber sido maltratado en prisión

Denver (EE.UU.).-  Las autoridades del condado Park, al oeste de Colorado, indemnizarán con 1,5 millones de dólares a un inmigrante mexicano que por no recibir atención médica a tiempo cuando estuvo detenido en ese condado perdió un pierna y parte de un pulmón.

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(EFE)

El dinero de la indemnización se utilizará para pagar los gastos médicos del mexicano Moisés Carranza, incluida su terapia de rehabilitación física.

El condado Park y los abogados que representan a Moisés Carranza Reyes llegaron a un acuerdo el lunes para que, por medio del pago mencionado, se pusiera fin a la demanda contra el condado.

El acuerdo específicamente prohíbe dar a conocer públicamente los detalles que llevaron a la indemnización, por lo que ni el alguacil Fred Wegener ni el subalguacil Monte Gore (que estaban a cargo de la cárcel en 2003 cuando Carranza fue detenido) hablaron con los medios.

Tampoco habló Vicki Paulsen, la enfermera a cargo de los servicios médicos en esa cárcel.

Por su parte, Carranza, ahora de 31 años, tampoco realizó declaraciones, por temor a ser deportado.

Carranza fue detenido por agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) el 1 de marzo de 2003, cuando iba como pasajero, junto con otros mexicanos, incluido su hermano mellizo, en una camioneta que circulaba por la Interestatal 70 rumbo a Chicago.

Los Carranza pensaban reunirse con su padre, un ciudadano estadounidense, para completar sus trámites de residencia permanente.

Poco después del arresto, Carranza y los otros detenidos fueron trasladados a la cárcel en la localidad de Fairplay, donde pasó siete días.

El 22 de junio de 2005 Carranza presentó una demanda en la corte federal de Denver contra el condado Park, ya que, por negligencia de las autoridades carcelarias de ese condado, no se lo trató de los problemas médicos que padecía, por lo su salud se agravó.

La demanda, presentada en su momento por los abogados Joseph Archuleta, de Denver, y Jonathan Hutson, de Trial Lawyers for Public Justice (TLPJ, una organización basada en Washington D.C.), afirma que Carranza debió permanecer con otros 60 detenidos dentro de una celda con una capacidad máxima para 18 personas.

El mismo documento especifica que Carranza nunca fue acusado de crimen o delito alguno, excepto que no tenía sus documentos de inmigración en orden, aunque viajaba precisamente para solucionar esa situación.

La demanda sostiene que el mexicano fue obligado a ponerse un uniforme sucio en la cárcel, que tuvo que dormir en un celda sin ventilación y sobre un colchón manchado, en el suelo, y entre otras dos personas.

Además, no se les permitió a los reclusos ni bañarse ni lavar la ropa, ni se limpió la celda durante los siete días que duró la detención.

Tres días después de su arresto, Carranza se quejó de "dolor de garganta", pero no recibió autorización para ir a la enfermería. El 8 de marzo de 2003, tras cuatro días sin tratamiento, el "dolor de garganta" se transformó en neumonía, infección generalizada y paro cardio-respiratorio.

Carranza fue trasladado de urgencia, en coma, al Hospital Municipal de Denver, donde le fue amputada la pierna izquierda por debajo de la rodilla (porque ya estaba con gangrena) y parte de sus pulmones.

Al enterarse que los médicos le daban solamente un dos por ciento de posibilidades de recuperarse, Carranza pidió hablar con algún representante religioso, y el pastor Gilberto Juárez, de la Iglesia Apostólica de Aurora, respondió al llamado.

"Moisés estaba solo, entristecido y desesperado, sin poder entender cómo o por qué le pasaba lo que le pasaba. Nuestra Iglesia decidió ayudarlo porque era alguien que necesita más de Dios que cualquier otro tipo de ayuda", comentó hoy Juárez a Efe.

Juárez aseveró que Carranza se desempeñó "con honor" en el ejército de México y que también fue policía en ese país.

A pesar de su "milagrosa recuperación" (que Juárez adjudica a la combinación del trabajo médico y las oraciones de sus feligreses), Carranza "aún experimenta fuertes dolores, debido al daño en los nervios de ambas piernas".

"Aunque en un principio le habían dicho que si la demanda judicial se resolvía él podía reiniciar sus trámites de residencia permanente, ahora le dicen que podría ser deportado", declaró Juárez.

La decisión de llegar a un acuerdo extrajudicial se debió a que en agosto pasado el juez federal de distrito Walker D. Miller falló a favor de Carranza e indicó que las condiciones de vida dentro de la cárcel "crearon serios problemas de higiene y de salud" y que las autoridades "conocían y tácitamente aprobaban esas condiciones".