"The Lancet" acusa al Gobierno de barbarie por deportar a enferma terminal

Londres.-  La revista "The Lancet" acusa hoy al Gobierno británico de "barbarie" por deportar a una estudiante ghaneana aquejada de cáncer terminal porque había caducado su visado de estancia en el país.

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(EFE)

El ministro británico del Interior, Charles Clarke, sale del 10 de Downing Street después de un Consejo de Ministros, en Londres, Reino Unido.

La publicación critica al mismo tiempo a la dirección de los médicos de este país por guardar silencio ante un trato tan cruel hacia la mujer.

Ama Sumani, de 39 años, llegó al Reino Unido hace cinco años y se le diagnosticó un mieloma múltiple en enero del 2006.

Hasta la pasada semana recibió diálisis en el Hospital Universitario de Gales, en Cardiff.

Sumani entró en el Reino Unido con un visado de estudiante pero no pudo hacer el curso de banca que quería porque su inglés era deficiente, y se quedó trabajando.

Aunque su visado había expirado cuando se le diagnosticó la enfermedad y había violado sus condiciones al buscar un trabajo, su abogado instó a las autoridades británicas a que la dejaran seguir en el país porque no podría costearse el tratamiento que necesitaba en Ghana.

El Ministerio del Interior rechazó la solicitud y en cuanto los médicos consideraron que estaba en condiciones de ser deportada, la expulsaron del país.

Según informaciones llegadas de Ghana, Sumani se ha topado con la negativa del hospital de Accra a tratarla porque no tiene dinero.

Ese caso tan dramático ha provocado una corriente de simpatía en el Reino Unido, y mucha gente ha ofrecido una aportación económica para sufragar sus gastos e incluso ha habido ofertas de médula ósea para un trasplante.

Sin embargo, según denuncia hoy "The Lancet", los dirigentes de la profesión médica han guardado "un ensordecedor silencio" en lugar de expresar su indignación por lo ocurrido y pedir encarecidamente al Gobierno que se tratara a la enferma terminal con la compasión que merece.

Sumani, critica la revista, no es el único inmigrante que ha caído gravemente enfermo en el Reino Unido y ha empezado a tratarse aquí para verse luego deportado a algún país donde el tratamiento que necesita es inaccesible o imposible de costear.

El Gobierno británico "ha cometido una atroz barbarie, y ya es hora de que la denuncien -y con fuerza- los dirigentes de la profesión médica", exige "The Lancet".