Seis años de sequía iconográfica. ¿Cuánto tiempo hace que no te cruzas con gente ataviada con camisetas impresas con las barras y estrellas? Chanel ha abierto la veda junto a Bernhard Willhelm y Castelbajac.
Modelos de Bernhard Wilhem, de Castelbajac y de Chanel.
Parece que fue ayer cuando Bush, tras el ataque de las Torres Gemelas, acuñó el concepto Eje del Mal -en su discurso sobre el Estado de la Unión en enero de 2002- y fueron desapareciendo del mapa los millones de prendas y artículos estampados con el sello yanki por excelencia.
De la máxima popularidad se pasó al ostracismo. Silenciosamente la gente comenzó a retraerse. Era mejor no mojarse. La bandera imperialista adquirió el valor implícito a su propia naturaleza. Dejo de ser un simple souvenir. Lucirla era una declaración de intenciones, mostraba la alineación con el país que amenazaba con desencadenar una tercera guerra mundial. Daba igual que uno comulgara o no con la cruzada de Bush II, se instaló cierto resquemor hacía el que hasta entonces era un símbolo del país de las oportunidades.
Pero a finales de 2008 el actual presidente abandona la Casa Blanca y el clima de cambio que están transmitiendo las primarias resulta alentador. Se ha rebajado el tono tenso y se está volviendo a mirar hacía EEUU con otros ojos. Vamos, que se ha abierto la veda y los diseñadores de moda han sido de los primeros en resucitar la bandera. Ni más ni menos que Chanel, la imagen del lujo, se ha marcado toda una serie combinando las barras y estrellas que debe estar matando de envidia al mismísimo Ralph Lauren. Otro, francés, Castelbajac magnifica el standarte sin que le tiemble la mano. Y para demostrar que no se debe sólo al ataque de nostalgia de dos viejas glorias, el aclamado Bernhard Willhelm la utiliza con arte y su habitual acidez.
Esto es sólo un aperitivo. Un aviso de que el despliegue está por venir. Así que cuando te sientas rodeado de banderas americanas, no es que se trate de una invasión formal, es sólo una moda. ¿O igual no? En cualquier caso no cuenta con el beneplácito de la ONU. Claro que cuándo lo han necesitado.
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Si me voy a convertir en el asta de una bandera, por lo menos que me paguen.
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
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