Rosa vence al metro Goliat

Pantalón vaquero, camiseta verde, gafas de sol y una sonrisa de oreja a oreja. María Rosa García, casada y con una hija de 17 años, asegura estar "más contenta que nunca". Y no es para menos. Le ha plantado cara a Metro de Madrid y ha salido victoriosa.

M.L.

Rosa estudia para su próximo examen.

A las 13.30 del lunes 21 de enero, salió de casa con su libreta bajo el brazo para ir, por primera vez, a las clases de preparación para ser jefa de planta del metro. Llevaba la misma sonrisa que se le puso el 16 de enero, al enterarse de que estaba admitida para trabajar en el suburbano madrileño y que todavía hoy mantiene.

Cuenta que se enteró de la noticia después de que los medios se hubiesen hecho eco de ella: ese día no se había llevado el móvil al trabajo. Rosa lo relata así: "Eran casi las cuatro cuando llegué a casa. Mi marido y mi hija me estaban esperando en la puerta muy serios. Pensé 'a saber lo que he hecho mal ahora...' y ya empezaron a aplaudir y me lo comunicaron".

Ese día Rosa no pudo dormir de la alegría. Su vida ha dado un giro de 180º. Después de años luchando por tener un trabajo fijo, está a las puertas de conseguirlo.

Pero para ello, antes, tendrá que acudir durante dos meses a un curso de formación y enfrentarse a cuatro exámenes. Va a clase de 14:15 de la tarde a 21:15, y cuenta que llega a casa sobre las 10 de la noche, cena, habla un poco con la familia y después se pone a estudiar.

La fuerza de voluntad con la que se enfrenta a la dura tarea de preparar las pruebas tras años sin abrir un libro es la misma con la que superó un cáncer de mama, hace ahora 3 años, y la misma con la que decidió plantarle cara al metro de Madrid. "Cuando me dijeron, la primera vez que me presenté (el 14 de febrero de 2007), que no podía trabajar en el metro por haber tenido un cáncer me quedé chafada. No supe reaccionar a tiempo, se me pasó el plazo para recurrir así que cuando convocaron las siguientes plazas no dudé en presentarme. Me repateó tanto que después de superar un cáncer me discriminasen por haberlo tenido que quería denunciarlo y ésta era la forma. Estaba dispuesta a llegar hasta el final".

Dice que en su clase sólo la han reconocido dos de sus compañeras, sin embargo, su caso ha tenido tanta trascendencia que el Consejero de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, ha anunciado que cambiará la norma que impide trabajar en el metro durante los cinco primeros años tras superar un cáncer. Rosa se congratula: "Era demasiado absurdo que siguiesen vigentes porque son normas que estaban escritas desde no se sabe ni cuándo, porque el metro era antes competencia del ejército".

No era la primera vez

Rosa se ríe porque ésta no ha sido la primera vez que es víctima de una discriminación. Comenta que cuando tenía 18 años no pudo entrar en el cuerpo de Policía Nacional porque no llega a 1,65m. No lo entendió pero lo asumió porque tampoco podía hacer nada.

Esta vez gracias al CERMI (Comité Español de Representantes de Minusválidos) supo cómo actuar. "En cuanto le formulé la pregunta, su asesor jurídico, Óscar Moral, se puso en contacto conmigo y me dijo que no eso no se podía permitir", relata. "Pensaba que íbamos a ir a juicio y yo le dije que si hacía falta iba al Constitucional e incluso hasta el Europeo".

El entusiasmo de Rosa no suele ser tan frecuente. Sólo un 9% de las denuncias que recibió el CERMI en 2007 eran por discriminación laboral. Dice Óscar que hay muchos casos que se podrían ganar pero que no se denuncian, por eso Rosa insiste en que estas cosas no se deben consentir.