El colombiano Rincón se despidió de Venezuela en una tarde memorable

San Cristóbal (Venezuela).-  El diestro colombiano César Rincón cortó hoy tres orejas, en su despedida de los ruedos venezolanos, en una tarde memorable en la que el venezolano Rafael Orellana cortó dos orejas con petición de rabo.

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(EFE)

El maestro Rincón recibió al sobrero de Los Ramírez con suaves capotazos; comenzó la faena de muleta sentado en el estribo para seguir con largas tandas de naturales y derechazos.

La emotiva jornada la completó el español Miguel Angel Perera, que se llevó un apéndice.

Reses del ganadero colombiano Juan Bernardo Caicedo, bien presentadas y bravas, que empujaron en varas y embistieron con nobleza.

La plaza pidió los indultos del tercero y el sexto, que el palco no concedió. El que cerró plaza fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. El primero se partió un pitón al derribar en varas al caballo y fue sustituido por el primer sobrero de "Los Ramírez" que dio buen juego.

Tarde nublada y lleno hasta la bandera en la plaza.

Rincón, dos orejas y oreja.

Perera, oreja y palmas.

Orellana, palmas y dos orejas con petición de rabo.

El maestro Rincón recibió al sobrero de Los Ramírez con suaves capotazos; comenzó la faena de muleta sentado en el estribo para seguir con largas tandas de naturales y derechazos, con la plaza entregada; lo mató de estocada arriba; dos orejas.

El cuarto, un toro de buenas hechuras, recibió dos largos puyazos; llegó con nobleza a la muleta del maestro, que tardó en descifrarlo; sacó varias series de mérito pero no llegó a estar a la altura del bovino, que murió con la boca cerrada. Un toro como vemos pocos en las ferias de Venezuela; el público le concedió una oreja con cariño.

Perera sujetó a su primero con suaves capotazos; lo cambió con un puyazo y un par de banderillas y realizó faena por el pitón derecho de menos a más, subiendo de tono cuando toreó al natural al compás de la música, metiéndose al público en el bolsillo; atacó derecho y enterró la espada arriba; fue premiado con una oreja.

Al quinto, bajito y de buenas hechuras, le realizó aceptable trasteo poniéndose muy cerca; se la jugó en templadas series con la diestra y lo liquidó de pinchazo y estocada.

Orellana llevó al primero hasta los medios rematando con media verónica de rodillas; agarró las banderillas para dejar arriba los tres pares, que el público ovacionó; mandona faena de muleta en los medios con templadas series por ambos pitones perdiendo los trofeos con la toledana.

Al que cerró plaza, lo toreó por la cara y lo colocó en el caballo, donde recibió dos puyazos metiendo los riñones; en los medios comenzó el último tercio con tres péndulos espeluznantes, para realizar, reposado, una faena de entrega a un "toraco" que embistió humillando y con fijeza.

Eso lo aprovechó el venezolano para realizar la faena de la tarde con pases de todas las marcas y toda la plaza de pie, entregada, pidiendo con insistencia el indulto, que la presidencia no concedió.

Perfilándose en corto, entró a matar derecho como una vela, clavando la espada en los rubios y derribando al toro sin puntilla; dos orejas y petición de rabo para el torero, y vuelta al ruedo a los despojos del toro, que la plaza acompañó con gritos de "bravo".