Derribar las barreras de la ignorancia del «otro» en Europa

La Unión Europea es una celebración de la diversidad: con sus veintisiete Estados miembros, la UE es verdaderamente multicultural y diversa. Pese a toda esta diversidad, compartimos una serie de valores que son los cimientos de la civilización occidental, que datan de siglos atrás y que han superado la prueba del tiempo.

Ján Figel en una conferencia en 2006

El Año Europeo del Diálogo Intercultural 2008 quiere animar a todas las personas que viven en Europa a explorar las ventajas de nuestro rico patrimonio cultural y aprender de las distintas tradiciones culturales. El Año Europeo nos brinda a todos la oportunidad de reflexionar y reconocer que la comprensión y el respeto mutuos deben ocupar la escena central de la UE, si queremos que nuestra sociedad discurra por una senda pacífica y digna a lo largo del siglo XXI.

En mi opinión, la ignorancia del «otro» constituye una amenaza fundamental para el desarrollo futuro de la Unión Europea. El diálogo intercultural es un elemento esencial para derribar las barreras de la ignorancia y los prejuicios entre las personas. Debemos abrir nuestras mentes y nuestros corazones para descubrir que, en lo más profundo de ellos, existen valores comunes que nos unen en la diversidad.

No cabe duda de que acercar las instituciones y los pueblos del continente con sus diferentes valores vitales, hábitos y tradiciones es un empeño cultural. Jean Monnet, el padre fundador de la Unión Europea moderna, inicia sus memorias con esta frase: «Nous ne coalissons pas des Etats, nous unissons des hommes» (no unimos Estados, unimos personas). Y unir personas es mucho más complicado, pero también más importante, que formar una alianza de Estados.

Cincuenta años atrás, surgía una Unión Europea embrionaria en torno al carbón y el acero. En los años posteriores, la actividad comunitaria estuvo dominada por la agricultura, el desarrollo del mercado interior y, más recientemente, la introducción de una moneda única. Sin embargo, al mirar hacia delante y ver un mundo cada vez más marcado por la creciente competencia en una economía del conocimiento globalizadora, en el que las fricciones entre determinados grupos apuntan a la existencia de problemas sociales, religiosos y culturales profundamente enraizados, es preciso que la respuesta de la UE se concentre en ámbitos nuevos y esencialmente culturales, como son la educación, el diálogo intercultural y la ciudadanía.

La «multiculturalidad» de nuestro continente es ahora una realidad también en muchas empresas y es preciso abordarla. Las empresas que aceptan el diálogo intercultural gozan de un ambiente abierto y estimulante que puede favorecer la productividad y la rentabilidad, mientras que las empresas que permiten que las fricciones o las hostilidades arraiguen entre su personal a causa de diferencias culturales tienden a ser menos creativas y eficaces.

La diversidad de este continente no es una amenaza; de ser algo, es un antídoto contra el estancamiento y el letargo. Es una oportunidad para tener curiosidad, aprender, comparar y apreciar. Podría decirse también que es una de nuestras mayores bazas, ya que puede estimular la creatividad y la innovación, que son motores de crecimiento y de creación de empleo a largo plazo.

El diálogo intercultural es, por tanto, una prioridad a largo plazo para cada uno de nosotros como individuos, así como para nuestras comunidades y países, y para la Unión Europea en general. El diálogo no es síntoma de debilidad, sino de madurez. La Comisión Europea se compromete a perseguir una estrategia viable en relación con el diálogo intercultural para los próximos años.

Sin embargo, para que las barreras existentes caigan y el respeto a la dignidad humana impregne nuestras sociedades multiculturales y diversas, es necesaria la participación activa de todas las personas que viven en la UE . Éste es el caso, en particular, de las generaciones más jóvenes; por eso, muchos de los actos que se celebrarán en toda la UE con ocasión del Año Europeo implican la participación de los jóvenes. Son alentadores los resultados de una reciente encuesta de opinión a escala europea, que ha puesto de manifiesto que una elevadísima proporción de europeos (83 %) está de acuerdo en que el diálogo intercultural es beneficioso, especialmente para las generaciones más jóvenes.

Basémonos en esta actitud positiva y hagamos que nuestra prioridad común para 2008 sea derribar las barreras existentes entre los pueblos que viven en la UE. En lugar de limitarnos a existir juntos, vivamos juntos en el respeto y la comprensión mutua.

*Ján Figel es Comisario Europeo de Educación.