Mariano Soprano

Mariano Rajoy coincidió ayer noche en el espacio y en el tiempo televisivo con Tony Soprano. Mariano estaba en Cuatro, con Gabilondo. Mientras, Tony pasaba el rato con su familia y colegas, despidiendo en Canal + una de las series más grandes de todos los tiempos. El enfrentamiento no tenía color: Mariano y Tony viven sumergidos en el mismo fango (poder, mentira, corrupción, cinismo), pero mientras que uno es un simple aficionado, el otro es todo un profesional. Tony ha hecho historia, Rajoy tiene pinta de ser historia.

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J.L.MELÉNDEZ (EFE)

El presidente del PP, Mariano Rajoy es saludado por Iñaki Gabilondo.

Así lo apuntó anoche Gabilondo en la agresiva pregunta con que abrió fuego: "¿No tiene usted la sensación de que con otro candidato podría ganar el PP?". Luego el presentador se desinfló. Rajoy ya venía inflado. Y es que en Cuatro se han puesto las pilas y, anticipándose a la guerra de los debates, han comenzado a hacer entrevistas de cara a las elecciones. Ayer Gabilondo entrevistó a Rajoy, y el lunes hará lo propio con Zapatero. La entrevista con Rajoy era, en teoría, perfecta para un Gabilondo que, liberado por completo de compromisos, adoptó el papel de periodista educado pero incisivo. Y muy peligrosa para Rajoy, que jugaba en campo enemigo y hasta la fecha parecía incapaz de hacer campaña propia: su propuesta se limita a destruir el periodo de gobierno socialista.

Pero una cosa es la teoría y otra la realidad. Rajoy se cerró en banda e insistió en el discurso apocalíptico que ha mantenido durante toda la legislatura. Gabilondo no supo, no pudo, romper una coraza diseñada y forjada a lo largo de casi cuatro años por la cúpula del PP. Como ejemplo de este vacío intelectual, el diálogo que siguió a la pregunta sobre el polémico contrato que el PP quiere hacer firmar a los extranjeros…

-¿Qué piensa hacer usted con los inmigrantes?
-No regularizarles.
-Ya, eso es lo que no piensa hacer. Yo le pregunto qué piensa hacer.
-No regularizarles.
-Pero ¿qué piensa hacer?
-Lo que no voy a hacer es regularizarles.

Y así podrían haber estado hasta el día de las elecciones. Es difícil sacar a una tortuga de la concha. Pero también es cierto que Gabilondo podría haber utilizado algún recurso, como recordarle las últimas declaraciones de Arias Cañete, secretario de economía y empleo popular, con perlas como ésta: "la mano de obra inmigrante no es cualificada. Ya no hay camareros como los de antes".

Cuando Gabilondo le preguntó por las costumbres españolas que debían adoptar los extranjeros, Rajoy habló de garantizar la imposibilidad de practicar en España la ablación o la poligamia. Gabilondo estuvo lento. ¡Yo creía que eso eran "costumbres" ajenas, y que las nuestras son la siesta, el aperitivo y tirar cabras de los campanarios! En fin… que cuando hablo de estos temas me pasa como a una de las comentaristas de la Copa del Rey de baloncesto (Bilbao-Barcelona): "se me ponen los pelos de gallina".

Durante 50 minutos Gabilondo y Rajoy hablaron de economía, de terrorismo, de religión, de educación, del Severo Ochoa… Pero el televidente no recibió ninguna idea nueva. Rajoy tiene muy bien aprendida la lección, y Gabilondo, con lagunas en algunos temas, fue incapaz de hacerle 'cantar'. Se le escapó vivo. Cuidado: si le llega la dentadura postiza antes de las elecciones, podría incluso tener su oportunidad…

Un motivo para no ver la televisión

Cien Dólares Baby
Autor: Robert B. Parker.
Editorial: La orilla negra.

Sumergidos en pleno 'mes negro' no podía faltar un libro de este género. Ya saben: detectives privados, armas de gran calibre, mujeres fatales, gorilas sin cerebro, abundantes cadáveres… A 'Cien Dólares Baby' no le falta de nada.

El detective Spencer, viejo amigo de los aficionados a la literatura policíaca, protagoniza esta potente historia: una prostituta de lujo, que regenta un burdel y es vieja amiga de Spencer, reclama su ayuda ante el acoso de unos matones. Todo se complica, lógicamente. Y crece en intensidad a medida que pasan las páginas y comprobamos que nadie dice la verdad. El autor, un clásico llamado Robert B. Parker, escribe para ser leído de un tirón: párrafos breves, mucho diálogo, buenas descripciones y capítulos muy, muy cortos.

Una novedad policíaca de calidad, que se lee en un agradabilísimo suspiro y puede servir de excelente presentación para una editorial, La orilla negra, con pocos pero bien elegidos (y presentados) títulos. El primero, 'Hollywood Station', de Joseph Wambaugh, es una obra maestra absoluta e imprescindible. El último, 'Avaricia', de Frank Norris… resulta cuando menos inquietante. 'Cien Dólares Baby' es un intenso paseo por el amor, la traición y la muerte.