El obispo de Huesca dice que opinar ante las elecciones no es intromisión en política

Huesca.-  El obispo de Huesca, Jesús Sanz, defiende en su carta pastoral de esta semana el derecho de los prelados a opinar sobre las elecciones, dice que no es una intromisión política y defiende el voto para los que se muestran afines con valores de la Iglesia como la vida, la libertad, la familia o la educación.

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(EFE)

El obispo de Huesca, Jesus Sanz.

En su misiva, el responsable eclesiástico asegura que "un tema de la vida son las elecciones generales del domingo 9 de marzo y, si los obispos hablamos al respecto, no se trata de una intromisión en el campo político, sino ofrecer una perspectiva moral de las cuestiones que los políticos tratan en sus propuestas".

La pastoral, titulada "Votar o botar: Toda una responsabilidad", asegura que para los obispos "no es indiferente votar eligiendo a quienes a nuestro juicio mejor defienden estos valores, o botar echando (o impidiendo que lleguen) a quienes más los conculcan".

Sanz lamenta la "interesada virulencia" que provocó la nota hecha pública por la Conferencia Episcopal Española para reivindicar el derecho de la Iglesia a opinar sobre la actualidad política.

Asegura que "extraña que quienes más nos han negado la libertad de expresión se presenten como paladines de una falsa tolerancia", que tacha de "liberticida exclusión", y critica que "quienes no han pedido perdón jamás, exijan nefandamente que pidamos perdón".

El obispo expresa su malestar por la petición que se les hace desde instancias políticas de que "salgamos del todo de una plaza pública en la que sólo ellos dicen tener legitimidad, y que si somos buenos nos dejarán estar en nuestra reserva apache, sólo en los lugares señalados y en sus fiestas de guardar".

En su carta, el prelado, que califica los actuales momentos de "extraños, pero apasionantes", rechaza que los obispos tengan "nostalgia de ningún tiempo pretérito" y reivindica su derecho a hablar de la época actual.

Sanz asegura que no es "amigo de zulos ni de catacumbas, y tampoco de trincheras ni de barricadas", y expresa su voluntad de hablar "con gente que de veras sabe y quiere dialogar", y de discrepar "con aquellos que quieres y saben de veras discrepar".

Asegura, sin embargo, que el diálogo y la discrepancia son un "arte" que requiere de "talento" para que no termine en "censura y crispación", y recuerda que los obispos "no somos anti-ellos" con las fuerzas políticas contrarias a valores de la Iglesia.

"Por más que sea patética su jerga, manifiesta su vaciedad y terribles sus pretensiones, nosotros no vamos por ahí haciendo política episcopal. Los únicos que han pedido el voto para una formación política concreta no hemos sido los obispos; que le pregunten al musulmán", añade.

Defiende, asimismo, que la educación es responsabilidad "primaria" de los padres "sin injerencias domesticadoras" y que la convivencia entre los distintos territorios del Estado "es un bien común si se favorece al igualdad y la justicia entre ellos".

Afirma, además, que la paz "no es moneda de cambio para otros intereses, que la negociación política con el terrorismo no cabe en ningún estado de derecho, que la violencia de todo tipo (desde la callejera a la doméstica), al igual que cualquier demagogia con inmigrantes con pobres, está de más, y que la mentira y la corrupción incapacitan para una propuesta honesta".