Un thriller de Tom Shankland en el que plantea la lucha por la supervivencia. ¿Cuánto dolor soportarías hasta llegar a matar a un ser querido?
La reseña del Dr. Etxea
Imágenes de la película.
Llega a la cartelera directamente del Festival de Sitges. ¡Qué cine tan fantástico! Es el debut en la dirección de largometrajes de Tom Shankland; hasta ahora director de premiados cortos. El guionista Clive Bradley prometía convertir en emoción las teorías del genetista George R. Prince. ¿Qué más se podía pedir? Pues miren ustedes, no. 'W∆Z' es como de niños malos y peores. Y poco más. Vamos al asunto: resulta que todos somos unos perversos en potencia capaces de cargarnos lo que más queremos -cada uno sabrá- si la cosa se pone tan fea que no tenemos otra escapatoria que el asesinato.
Pero si eso ya lo sabíamos. Si al vecino se le ha denunciado desde siempre para salvar el propio pellejo. No hacía falta recurrir, desde el propio título, a una extraña teoría científica con ecuación matemática: Uve doble, delta, zeta. Nada nuevo nos cuenta 'W∆Z' sobre el infierno cuando la única pauta es el humano egoísmo. Y encima se ponen moralistas. No es más que Darwin y el principio de evolución y supervivencia de las especies. Pura biología. De todas formas con todo esto que está en la base de 'W∆Z' se podrían haber inventado nuevas maldades. Pero la película no pasa de unos pellizcos de abuela con martillazo y punzón que -¡faltaría más!- hacen un daño tremendo.
Sacamos del listado de suspensos al protagonista Stellan Skersgard en el papel de Eddie Argo: un veterano policía que se mete donde sólo se puede meter un resabiado del cuerpo, como el personaje de Tommy Lee Jones en la premiada 'No country for old men'. Extraordinario intérprete el actor escandinavo cuya presencia no es suficiente para rescatar 'W∆Z', ni siquiera para incondicionales del género visceral. Así no nos van a convencer a los que preferimos más sutileza y menos terror manchado de sangre.
La reseña de Federico Volpini
Cree el Dr. Etxea que me voy a lanzar a una desmelenada hagiografía de 'W∆Z' (él adora el cine de la experiencia cotidiana -ésa de la que con frecuencia solamente contarla resulta más aburrido que vivirla- y yo el cine de género, pero temo que ninguno de los dos logra eludir el hecho de que en uno y otro campo hay películas buenas, mediocres, malas -éstas son las mejores- y excelentes). Lo cree y se equivoca, aunque 'W∆Z' me parece una muy razonable propuesta para pasar la tarde.
Enfrentar a la persona con su debilidad, con su egoísmo; enfrentarla con lo que es y no con lo que cree ser. Y una sucesión de espeluznantes crímenes en los que se ha utilizado la tortura y en los que el asesino (madres, padres, hermanos) ama a la víctima. El desencadenante de todo ello se diría la parte menos trabajada de 'W∆Z'. Una fórmula: w∆z = Cov (w,z) = ßwzVz. Falta ahí algo de convicción o de argumento.
Película excesivamente morbosa en ocasiones, 'W∆Z' mantiene la temperatura de un 'thriller' de principio a final y es mucho más honesta con sus planteamientos que, por ejemplo, la muy celebrada 'Seven'.
Ágil, tensa, juega su mejor baza con la pareja protagonista y, sobre todo, con el personaje del detective Eddie Argo, Stellan Skarsgard: un auténtico acierto.
El final no decepciona y hay –otra muestra de honestidad- pistas a lo largo de todo 'W∆Z' que lo hacen, si no esperado, coherente: al espectador no se le engaña. Esto ya es mucho, en los tiempos que corren.
Ficha técnica
*Federico Volpini y Dr. Etxea son nuestros críticos de cine.
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