Dejen trabajar a los periodistas

La realidad no puede impedirnos contar una gran historia. De ninguna manera. Si pasamos por ese aro, el de la verdad, el de las fuentes, el de la confirmación de las noticias, estamos perdidos. Los buenos periodistas consideramos que esta vieja premisa ("no dejes que la verdad te estropee un buen reportaje") es una regla de oro, fundamental para poder desarrollar nuestra profesión con un mínimo de libertad. Y de creatividad. Susanna Griso, la presentadora de 'Espejo Público' (Antena 3) no es una periodista buena, es una periodista buenísima, y precisamente por eso ayer me decepcionó profundamente: no fue capaz de respetar este mandamiento reporteril, y llevarlo a sus últimas consecuencias. Les cuento…

Susanna Griso y Ramón Arangüena

En 'Espejo Público' tenían en un aeropuerto al padre de Mari Luz, la niña de Huelva desaparecida hace más de un mes. Estaba dispuesto a viajar a Italia. Allí debería comprobar personalmente si la niña que había aparecido en un hospital de ese país era o no su hija. Pero, de pronto, sucedió lo inesperado: se confirmó que no era la niña española, puesto que la italiana tenía otra edad. Además, ya habían localizado a los padres verdaderos.

El padre de Mari Luz, lógicamente, ya no quiso ir a Italia. "Iré a hacer turismo cuando tenga tiempo. Ahora voy a seguir buscando a mi hija", debió pensar el pobre hombre. Los colaboradores del programa de Griso no eran de la misma opinión: "Pero es importante que vayas… Allí os está esperando el equipo del programa y de la televisión italiana". Los especialistas en necrofilia que acompañan a la presentadora sintieron el dolor de la derrota: "¡Qué mala jugada!", dijeron. Y tuvieron que cambiar de tema.

No hay derecho. El trabajo de todo un equipo de periodistas de Antena 3, los gastos de desplazamiento y alojamiento, la pieza estrella de un programa matinal… Todo al garete sólo por un detalle tan insignificante como que ya se sabía que no se trataba de la niña perdida. Vamos a ver… ¿Qué le costaba al padre viajar hasta Italia con el equipo de Antena 3, ir al hospital en el coche alquilado por Antena 3, y decir ante las cámaras de Antena 3 que aquella no era su hija? No hay respeto, ni gratitud, ni nada de nada.

Así no se puede trabajar. Los periodistas estamos contra las cuerdas, acogotados por la presión de una serie de extremistas, pocos, que exigen seriedad, rigor y respeto en las informaciones. Y ahora, para colmo de males, no colaboran los protagonistas. Por eso nunca perdonaré a Susanna Griso, y a su equipo de periodistas de élite, no haber cogido por las orejas al padre de la niña desaparecida y haberle llevado a rastras a Italia. Pero ¿qué se ha creído ese tío?

Jaime Ferrero, miembro de NNGG del PP

Otro abrazo solidario del mismo nivel para Jaime Ferrero, aficionado a la caza mayor y cachorro de Nuevas Generaciones en el PP de mi querida y cercana Talavera de la Reina. Ferrero y otro escopetero del PP, Carlos Vázquez, aparecen en internet con la percha de su jornada cinegética: un puñado de gatos. ¿Son éstos los cazadores que llegarán el sábado a Madrid en 1.500 autobuses para manifestarse contra el Gobierno, como dice ese Umbral de tercera regional que es Raúl del Pozo en su columna de 'El Mundo'?

"Esta manifestación no me la pierdo", asegura Del Pozo inmediatamente después de ofrecernos algunas de las líneas más estúpidas y desafortunadas de su carrera: "los ecologistas gubernamentales acabarán repoblando los ríos con cocodrilos". ¿ecologistas gubernamentales? ¿repoblar con cocodrilos? Después, amenaza a Zapatero (conoce la línea editorial): "que no se lo tome a broma el Gobierno, porque una de las causas de la Revolución Francesa fue la cólera de los campesinos porque no les dejaban cazar". Promociona el libro de un amigo (su verdadera especialidad). Y cierra la columna con un párrafo que demuestra su verdadero nivel literario: "el bosque habla y canta, entre el revuelo de los pájaros y el bullicio de la vida".

Un motivo para no ver la televisión

Rapsodia en Nueva York
Autor: Charlotte Carter.
Editorial: Siruela.

Si la novela negra tiene una banda sonora, ésa es el jazz. Carter, una editora y profesora nacida en Chicago que vive en Nueva York, imprime a todas sus novelas el ritmo de la música negra. Para ello utiliza a una detective avispada y cosmopolita, Nanette Hayes, capaz de tocar el saxo en cualquier esquina por unas pocas monedas. O en los mejores clubes de la ciudad. En 'Rapsodia en Nueva York' Nanette se hace amiga de una vendedora callejera de Harlem, la invita a uno de sus conciertos, y contempla desde el escenario cómo es tiroteada. Comienza el baile…

Si mezcla los tugurios de la Gran Manzana con al menos un asesinato, y le añade las notas arrastradas de un saxofón, tendrá las novelas negras de Carter. Directas, breves, apasionadas y muy, muy musicales.