Jugar con la abstención en campaña electoral

MADRID.-  Zapatero lo dejó claro. "Nos conviene que haya tensión". La frase reflejaba el afán del PSOE por movilizar al electorado. Tradicionalmente se asocia la abstención con una ventaja para la derecha y los partidos conservadores, pues sus votantes son supuestamente más militantes. Lo que implica que, cuando hay abstención, los que se quedan en casa son de izquierdas.

CHEMA MOYA (EFE)

Mariano Rajoy habla con el secretario de Comunicación del PP, Gabriel Elorriaga.

La presunta estrategia electoral del PP, conocida a través de una entrevista a Gabriel Elorriaga para el Financial Times, apunta a las mismas deducciones. Según las declaraciones recogidas por el FT del secretario de comunicación del PP -aunque posteriormente ha negado sus palabras-, la estrategia de su partido gira en torno a lograr que los socialistas indecisos no acudan a las urnas. Elorriaga dice en la entrevista que no confía en cambiar el voto de los indecisos, "pero si conseguimos sembrar suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y los nacionalismos, quizá se queden en casa". ¿Realmente la abstención es positiva para el PP?

En su tesis, Manuel Justel Calabozo, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y diputado de la Asamblea de Madrid con el grupo Centro Democrático y Social (CDS), establecía en 1994 que "como mínimo un tercio de los electores españoles se han inhibido históricamente de votar en elecciones legislativas" -las elecciones generales-, y añadía que, frente a esa tendencia, "el promedio de abstención electoral en la etapa democrática actual es el más bajo de la historia electoral española". Dos años después, en 1996, el PSOE perdía las elecciones tras 14 años gobernando -llegó al poder en 1983.

Tal y como vaticinaba Justel, la abstención fue de las menores. De hecho, fue la segunda más baja en la democracia española después de Franco (muy similar a la de 2004, un 22,79%, según El País). Un 22,62% de los electores no acudieron a las urnas. Y, por primera vez, ganó el PP. Sólo en 1982 se logró una participación similar, con un 20,2% de abstención. Y, por primera vez, ganó el PSOE.

¿Quién se abstiene?

Las cifras anteriores aparecen recogidas en un estudio de Carles Boix, profesor de Ciencia Política y Economía en la Ohio State University, y Clara Riba, profesora de Economía de la Universitat Pompeu Fabra. Según ellos, las características individuales tienen muy poca influencia a la hora de acudir a votar. Coinciden con Justel en que los elementos socio-económicos y de estatus apenas condicionan la participación electoral (la educación modifica la probabilidad de abstención un 5%, y la participación en el mundo laboral, un 2%, según recogen Boix y Riba).

Sin embargo, hay otros elementos que sí influyen mucho más a la hora de trazar un perfil del posible 'absentista'. La edad, por ejemplo. "La probabilidad de abstenerse es cuatro veces mayor entre jóvenes que entre ancianos", cuentan Boix y Riba. Por tanto, los partidos con más calado entre los jóvenes deberían ser los más preocupados a este respecto.

En cuanto a la crispación, parece que la presunta estrategia de Zapatero podría estar mejor dirigida que la del Partido Popular. Según los datos de Boix y Riba, la abstención decae un 5% en momentos críticos. Por lo tanto, si el PSOE busca una gran participación, es innegable que les conviene la famosa "tensión". Una tensión como la que provocó la última manifestación de extrema derecha, autorizada en un barrio con una enorme tasa de inmigración (el distrito de Embajadores, al que pertenece, cuenta con un 32,53% de extranjeros, según el Ayuntamiento de Madrid) y frente a la sede del sindicato anarquista.