Perera gana el primer asalto de la temporada, pero con el toro bajo mínimos

Castellón.-  El diestro Miguel Ángel Perera ha ganado el primer asalto de la temporada con una magistral actuación, premiada con tres orejas, en la recién finalizada Feria de la Magdalena, en Castellón, en la que ha dejado claro su propósito, estrategia y armas para hacerse con el mando del toreo.

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(EFE)

El diestro Miguel Ángel Perera ha ganado el primer asalto de la temporada con una magistral actuación, premiada con tres orejas, en la recién finalizada Feria de la Magdalena, en Castellón.

Un Perera exultante y en estado de gracia taurina por la capacidad técnica, artística y valerosa de sus dos faenas. Tres aptitudes expresadas a través de la clarividencia en la elección de terrenos y distancias, la seguridad y firmeza para pisar "ahí", y la quietud, el temple y el regusto en la interpretación de las suertes.

Nadie en esta feria ha toreado con más aplomo, más despacio y más inspirado que Perera. Y eso le da marchamo de máxima figura. Una catalogación paradójicamente limitada por su mismo significado, según la equivocada interpretación de los propios profesionales, al entender y procurar que cuanto más grande es la aureola del torero menor tiene que ser el riesgo a correr frente al toro, para lo que tratan de limitar la pujanza del animal.

Dicho más claro: la sombra del "afeitado", o disminución por procedimientos artificiales de las defensas del toro, ha sobrevolado en el ciclo como una peligrosa amenaza de cara al futuro, desnaturalizando la verdadera importancia del espectáculo.

Es por ahí por donde no hay que pasar, precisamente cuando más se especula con el riesgo que, a propósito, encarna la forma que tiene de torear el polémico José Tomás, adulado hasta considerársele como una especie de novio de la muerte por muchos medios generalistas que no conocen en detalle estas circunstancias. Cuando resulta que Tomás procura anunciarse con dos toreros que no aprieten, evitándose así la competencia, además de elegir toros chicos y sospechosamente romos.

El nombre sólo de Tomás llenó la plaza de Castellón de forofos e incondicionales de todas partes del mundo, aunque también se notaron los que tiene en contra por sus excesos y tropelías. Sin duda que la discusión entre ellos es algo muy bueno para el espectáculo. Y desde luego no hay que dejar de reconocer en esta ocasión que a pesar del medio toro que tuvo, entusiasmó por su inmovilidad y ajuste, solemne expresión del toreo singular y proverbial.

Y puesto que "lo" de Perera ocurrió un día después de la actuación de Tomás, y el público y las tribunas especializadas han aprovechado para confrontar estilos y actitudes, se diría que ha podido nacer una competencia no esperada, espontánea y natural. Claro que haría falta que ésta se sustentara sobre la autenticidad del toro, puesto que Tomás estoqueó "jandillas", y Perera "zalduendos", a cual de los dos más birrias de presencia. A ver si se aplican el cuento.

Para dar una referencia que guíe planteamientos de futuro, no está de más citar la corrida de Victorino Martín que cerró el ciclo, en la que estuvieron hechos auténticos jabatos los tres toreros -Antonio Ferrera a hombros con una y una oreja, López Chaves perdió trofeos al matar, y a Luis Bolívar le cerraron "la Puerta" el presidente y su propia espada-, dando extraordinaria talla de valor, oficio y ambición.

También buen ejemplo, la de "Fuente Ymbro", imponente de fachada y exigente de juego, en la que sólo Pepín Liria sacó la casta entre los toreros para llevarse una oreja, y robándole otra "el palco". César Jiménez, con el peor lote, no pudo interesar. Y Juan Bautista también pasó de puntillas.

Corrida aceptablemente presentada, la de Manolo González y González Sánchez-Dalp, con la que "los mediáticos" entretuvieron a los sufridores que aguantaron bajo paraguas y chubasqueros la incesante lluvia desde el paseíllo hasta el último arrastre. Una vergüenza que el Reglamento no contemple la posibilidad de devolver el dinero a los que no quieran mojarse en tardes así marchándose antes de empezar.

Con chaparrón y todo, "El Fandi" no renunció a su atlético estilo, llevándose dos orejas y el "portazo" correspondiente por variedad y arrojo, amén del espectáculo en banderillas. "El Cordobés" mostró las dos caras, de lo ortodoxo y "lo otro", y Rivera Ordóñez puso voluntad. Los dos últimos cortaron sendos apéndices.

La tarde de "los jandillas", Luis Francisco Esplá estuvo pinturero en uno y escaso en otro, y a medias Matías Tejela a pesar de una oreja. Con "los zalduendos", "El Juli" se esforzó sin toros, y José María Manzanares cuajó una bella faena aunque sin espada.

También decepción ganadera en los toros de las nuevas denominaciones de los hierros de "Joselito" y de Martín Arranz, ahora "de la Reina" y "del Tajo", con los que "El Cid" obtuvo una oreja que es triunfo menor por su poca ambición. Peor Alejandro Talavante, tan valiente como torpón, y sobre todo Cayetano Rivera, sin ganas ni recursos.

En la buena novillada de "Fuente Ymbro", el nombre refulgente de Abel Valls, nada menos que con cuatro orejas y un rabo. Algo opacado Diego Lleonart, y con escaso futuro Dámaso González.

De los rejoneadores, muy bien Andy Cartagena, que fue Puerta Grande; bien Leonardo Hernández con una oreja, igual que Sergio Galán sin trofeos; y en tono discreto, Rui Fernandes, Alvaro Montes y "El Cartagenero".