Dos que duermen en el mismo colchón no siempre son de la misma opinión

Ha pasado casi un mes de las elecciones generales, el Congreso ya está constituido y en una semana, el próximo 8 de abril, José Luis Rodríguez Zapatero tomará posesión de su cargo. Después de meses de campaña y pre-campaña, la política ha vuelto a su cauce y la normalidad a las parejas españolas. ¿Se acabaron las discusiones en el lecho conyugal?

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No todos los refranes se cumplen. "Los polos opuestos se atraen", incluso cuando se habla de cuestiones políticas, y "el amor es ciego"; pero no siempre "dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma opinión". En nuestro país hay cientos de parejas que comparten cama pero no ideología. El ejemplo más claro y conocido es el de la socialista Meritxell Batet y el 'popular' José María Lasalle que se casaron el 27 de agosto de 2005, pero no es el único, ni mucho menos.

En los últimos meses la política ha supuesto más de una discusión en alguna pareja, y si no que se lo digan a Marta y Javi. Casados desde hace siete años, ella vota al PSOE y él, al PP. Después de ese tiempo ninguno ha cambiado de postura. Es más, sus diferencias se han agudizado durante los 15 días que ha durado la campaña. Como no es cuestión de tirarse los trastos a la cabeza, acordaron un pacto de silencio. A partir del día 10 de marzo, o más bien 11, ya no hizo falta continuar con él.

Según Teresa Vaquero, terapeuta del Grupo Luria, es frecuente que los miembros de una pareja no compartan ideas políticas pero "esto no suele desencadenar discusiones fuertes, son simples anécdotas". La noche de 9-M, cuando el escrutinio estaba ya avanzado y todo apuntaba a la victoria del PSOE, Javi decidió irse a la cama para no ver como los socialistas celebraban su victoria en Ferraz y Marta lo hacía en el sillón de casa. Aunque no le quiso dar la enhorabuena, ella no pudo dejar pasar por alto la oportunidad de decirle la famosa frase de campaña: "Buenas noches y buena suerte".

"Normalmente estas diferencias se dan entre votantes del PSOE y del PP", dice Teresa. Es el caso de Fernando y Susana. Ellos lo llevan mejor. No discuten por cuestiones sociales, son del País Vasco y les preocupa más la gestión de los problemas de su comunidad. "Aun así, tampoco tenemos grandes enfrentamientos porque la política no tiene mucha presencia en nuestra vida", comenta Susana y añade, "a lo mejor si mi pareja fuese nacionalista tendríamos más problemas".

"Lo peor es cuando entran en descalificaciones a los políticos". Teresa dice que en esas ocasiones "se falta al respeto y mucha gente lo toma como algo personal". Son en estos casos cuando se cae más en el fanatismo y más problemas se acarrean, aunque nada que no tenga solución.

Recetas para convivir

• Evitar los temas en los que no estamos de acuerdo. "Si no somos capaces de expresar nuestras opiniones sin entrar en discusiones y enfados, lo mejor es no hablar de esos temas", asegura Teresa Vaquero, "pero esto no sólo en política, en todo en general".
• Olvidarse de intentar convencer al otro. "Nuestra opinión no es absoluta, pensar así es caer en el narcisismo", dice el psicólogo Enrique de la Torre. "De hecho la opinión de nuestra pareja es tan válida como la nuestra. Ni ella tiene que convencerme de nada, ni yo a ella".
• Si estamos juntos es por otro motivo. Según dice Vaquero, está claro que si existen diferencias ideológicas eso no es lo que nos ha atraído del otro, por eso "lo mejor es ignorar este asunto y olvidar estas discusiones que no llevan a nada".
• No ocultar nuestra ideología. Aunque no se comparta, no debemos esconder nuestro pensamiento. "Es bueno que las parejas sepan las preferencias políticas del otro, las respeten y las toleren. Es parte de la convivencia", dice de la Torre.
• No regocijarse de la desgracia ajena. "En situaciones como la noche del domingo, por mucho que nos alegremos de la victoria de nuestro partido, no debemos regocijarnos ante el otro", insiste Vaquero.
• Silencio con la familia política. No discutir con la pareja por cuestiones políticas es aconsejable pero lo es todavía más no hacerlo con sus familiares, "ya sabemos que las familias son sagradas y si la política no suele ser motivo de fuertes discusiones sí lo son las cuestiones familiares", dice Teresa, "que tu pareja discuta con tu padre, eso no es tan tolerable".