Supernovas del cine más invisible

La Enana Marrón programa desde 1999 películas independientes de poco recorrido comercial. Hasta finales de marzo se pueden ver en Travesía de San Mateo, Madrid, las cintas de Adolfo Arrieta, que son poéticas y antinarrativas.

La Enana Marrón es un proyecto ideado para mostrar cine independiente que a lo largo de su ya dilatado recorrido nos ha dejado la posibilidad de ver más de 5.000 películas en diferentes formatos y soportes cinematográficos: cortometrajes, mediometrajes, largometrajes, súper 8, 16 mm, 35 mm, vídeo. Todos tienen cabida en este proyecto que busca como único denominador común visibilizar el cine oculto tras las superproducciones que con su resplandor parecen ocultar la creación del cine menos popular y conocido para el gran público. Un esfuerzo, el de sobrevivir como cine independiente, tan enorme y honorable como el de los autores que acoge en su sala.

La trayectoria de La Enana Marrón está muy alejada de la generación espontánea. Su interés por dinamizar la vida cultural de esta ciudad parte de sus primeros proyectos como el Fenatikiscopio Itinerante, que después de pasearse por distintos lugares como el parque de Atenas o un piso en la Gran Vía de Madrid en una quinta planta, acabó alojándose durante una temporada en el desaparecido Ojo Atómico. Tras la primera desaparición -ya esencial- de este espacio, que por qué no decirlo, marcó un hito en la programación cultural madrileña independiente del momento, se trasladaron a otro espacio alternativo: la Zona de Acción Temporal, donde proponían sesiones de cine acompañadas de performances y exposiciones. Desde ahí dieron el salto a la Travesía de San Mateo y acuñaron de manera definitiva -por el momento- el nombre de La Enana Marrón.

Este mes de marzo, nos muestran: 'Panorama internacional de cine independiente', un ciclo que recorre la actualidad de la creación cinematográfica no comercial, más allá de nuestras fronteras, al tiempo que programan un emocionante ciclo sobre Adolfo Arrieta, quien fue definido por Vila-Matas como el primer director de cine independiente español.

El ojo no es ojo porque lo ves, es ojo porque te ve. Si hablamos de cine, esto, más que una realidad es una necesidad -aunque no siempre cubierta. Afortunadamente encontramos destacadas figuras como Adolfo Arrieta, que ha sabido mantener el misterio y la pasión para ir creciendo con la imagen en movimiento como compañero de viaje inseparable. Su obra, antinarrativa y poética nos muestra un París y un momento ya desaparecidos pero que forman parte, de algún modo, de un imaginario muy especial, desconocido para muchos, esencial para otros, sin duda de una belleza extraordinaria.

Comenzó su carrera como pintor. A finales de los 60 y principios de los 70 realiza sus primeros proyectos cinematográficos en Madrid donde rueda sus dos primeros cortos: 'El crimen de la pirindola' e 'Imitación del ángel'-. 'Las intrigas de Sylvia Couski' de 1974 ya rodada en París, ciudad que acoge la mayor parte de su producción, le proporciona el Premio del Festival de Toulon y la prensa la reconoce como la primera película underground parisina. La conocida publicación francesa Cahiers du Cinema, pone en valor sus trabajos y lo coloca en la órbita de Jaques Rivette o los neoyorquinos Jonas Mekas y Andy Warhol. 'Flammes' (1978), 'Grenouilles' (1983), 'Delirios de amor' (1989), 'Merlín' (1990), 'Narciso' (2004) y 'Vacanza permanente' (2006) son algunas de sus obras.

Todavía podremos ver antes de que acabe el mes de marzo en la Enana Marrón 'Las intrigas de Sylvia Couski', 'El crimen de la pirindola', 'Imitación del ángel', 'Vacanza permanente' y 'Tam Tam'; es posible encontrarse con Adolfo por la sala algunos días.

*Ramón Mateos es nuestro colaborador de arte.