Unos 71.000 turistas recorren los asentamientos primitivos del norte zamorano

Zamora.-  Cerca de 71.000 personas han visitado desde su apertura en 2001 la ruta arqueológica de los Valles de Benavente, un recorrido por los asentamientos primitivos que hubo en esta comarca de la provincia de Zamora en el Neolítico, la Edad de Hierro y la época romana.

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(EFE)

Centro de Interpretación de los campamentos romanos de Petavonium en la localidad zamorana de Santibañez de Vidriales. Más de 71.000 personas han visitado desde 2001 la ruta arqueológica de los Valles de Benavente, un recorrido por los asentamientos primitivos que hubo en esta comarca de Zamora en el Neolítico, la Edad de Hierro y la época romana.

La ruta muestra a través de yacimientos, aulas arqueológicas y centros de interpretación como vivían los antiguos pobladores de la zona, entre el año 3.500 antes de Cristo y el siglo I de nuestra era, según han informado hoy a Efe fuentes de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.

Esta Fundación, integrada por Caja España, Caja Duero, Caja Burgos, Cajacírculo, Caja Segovia, Caja Ávila y la Junta de Castilla y León, fue la impulsora de esta ruta de turismo cultural que transcurre por cinco localidades de Los Valles de Benavente.

La visita a los restos arqueológicos se combina con aulas que explican aspectos diversos de la vida cotidiana de aquellas gentes, como el quehacer diario, los procesos productivos, los ritos funerarios o la contienda bélica entre los pobladores autóctonos y los soldados romanos.

El recorrido se inicia en el aula arqueológica de Manganeses de la Polvorosa, donde el visitante puede comprobar como eran las casas de los pobladores de la Edad del Hierro y como trabajaban los alfareros romanos que se establecieron después.

El aula informa además de los hallazgos del yacimiento La Corona-El Pesadero, parte del cual está actualmente enterrado bajo la autovía A-52 o Rías Bajas.

En Morales del Rey, el aula dedicada a los pobladores del Neolítico está dividida en dos zonas, en una de las cuales se explica como cultivaban la tierra, como buscaban sustento en los animales, como usaban sus pieles y las cosían o como cocían la cerámica.

Esta zona dedicada a la vida se contrapone a otra que profundiza en los ritos funerarios de la época, reproduce una estructura funeraria y muestra como inhumaban a los muertos con un ajuar que incluía útiles de piedra tallada, hueso trabajado y cerámica.

En Granucillo de Vidriales, el turista puede apreciar los dólmenes de Las Peñezuelas y San Adrián, con su estructura reconstruida.

La cultura funeraria sigue presente en el recorrido una vez que el visitante llega a Arrabalde, donde se localiza el dolmen de El Casetón de los Moros y se puede visitar el castro de Las Labradas.

Este castro, del que se ha reconstruido parte de la muralla, es uno de los enclaves fortificados más importantes de los astures del siglo I antes de Cristo.

El aula arqueológica de Arrabalde permite aprender a acuñar las monedas, tal como lo hacían los habitantes de este castro, y contemplar réplicas fidedignas de joyas de oro y plata como las que se encontraron en unas excavaciones en el castro en la década de 1980.