Los familiares de desaparecidos luchan por su memoria 32 años después del golpe en Argentina

Buenos Aires.-  Familiares de desaparecidos durante la última dictadura argentina reivindicaron hoy su lucha por mantener viva la memoria de sus seres queridos en coincidencia con el 32 aniversario del golpe militar que marcó el inicio de la etapa más negra de la historia de Argentina.

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(EFE)

Marcos Suárez, hijo de desaparecidos, que desconociendo su verdadero orígen se contactó en 2006 con Abuelas de Plaza de Mayo, quienes confirmaron su verdadera identidad con pruebas de ADN.

El 24 de marzo fue declarado fiesta nacional hace dos años en honor a las víctimas de la dictadura (1976-1983) y hoy fue conmemorado con marchas y otros actos en distintos puntos del país.

Entre los activistas que luchan contra el olvido está el joven Marcos Suárez, uno de los hijos de desaparecidos -el padre y la madre en su caso- de los que se apropiaron los verdugos.

"Mataron dos generaciones enteras: a nosotros y a nuestros padres", denunció hoy en una entrevista con Efe este hombre de 33 años que recuperó su identidad en el 2006 gracias a las Abuelas de Plaza de Mayo y pide "justicia y castigo" para los implicados en el terrorismo de Estado.

Marcos se convirtió en el nieto número 85 recuperado por las Abuelas, que buscan a más de 500 jóvenes nacidos durante la dictadura y entregados a familias apropiadoras.

"Al principio es difícil, es como un jarro de agua fría", explicó, pero "cuando conoces a tu familia biológica te cambia todo".

La primera en desaparecer fue la madre de Marcos, María Teresa Bedoya, en octubre de 1975, cuando aún no había ocurrido el golpe de estado. Dos meses después, cuando Marcos tenía sólo once meses, su padre, Hugo, estudiante de medicina y militante de la organización peronista Montoneros como su madre, corrió la misma suerte.

Ambos fueron de los primeros en engrosar la trágica lista de hasta 30.000 personas que, según organismos de derechos humanos, desaparecieron durante la dictadura militar (1976-1983).

Tres décadas después, su hijo, que hasta 2006 creyó llamarse Gustavo y desconocía su verdadero origen, trabaja en la búsqueda de otros hijos de desaparecidos en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI).

Marcos maneja cientos de archivos y busca información en hospitales, registros civiles o donde haga falta para recabar todos los datos posibles, porque a través del ADN es más complicado.

No todas las familias quisieron dejar muestras "para no revolver más mierda", se lamenta.

Marcos fue criado en Mar de Plata, a unos 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, por una enfermera llamada América que fingió ser su madre y le contó que su padre era vendedor de una empresa multinacional y había fallecido en un accidente de tráfico.

Pero empezó a sospechar porque no había fotos del embarazo de América, que pese a trabajar en un hospital decía que dio a luz en casa, ni del supuesto padre, ni detalles sobre su nacimiento.

Cuando América falleció, indagó con la familia y encontró pistas que confirmaron sus temores, aunque, "por tonto y por miedo" a la opinión de una de sus supuestas tías, que asumió su cuidado y con quien aún vive, esperó a 2006 para pedir ayuda a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que confirmaron su identidad con pruebas de ADN.

Por respeto a la memoria de sus padres, recuperó su verdadero nombre y les cambió el apellido a sus dos hijos, de 10 y 9 años, a quienes va explicando su historia "poco a poco".

Marcos considera que es una "victoria" haber "aparecido" y se enorgullece de la militancia de sus padres, que se quedaron en Argentina aunque podrían haberse exiliado cuando comenzó la dictadura porque su abuelo era boliviano y tenía contactos diplomáticos.

"Yo hubiera hecho lo mismo y me habría quedado", asegura, mientras reclama más información sobre las desapariciones de la dictadura y lamenta que esta etapa trágica de la historia del país sólo se trate en la Universidad y no en la enseñanza primaria.

"Está mal, porque puede volver a repetirse si la gente no lo sabe", advierte.

A su juicio, poco ha cambiado desde entonces, porque "en este pueblo siempre taparon todo con otras noticias y eso hay que cambiarlo".