"Don Amado", historia de un inmigrante libanés contada por su hijo tinerfeño

Santa Cruz de Tenerife.-  Fernando Wehbe es hijo de un libanés que llegó a Tenerife en los años 30. El padre puso una tienda de ropa que ahora es una cadena de tiendas de ropa en la que trabajan 300 personas. El hijo todavía se siente culpable cuando come carne de cerdo, pero el jamón de bellota...

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(EFE)

En la imagen, el empresario de origen libanés Fernando Wehbe, durante la entrevista con la Agencia Efe en su comercio de La Laguna (Tenerife). Fernando Wehbe es hijo de un libanés que llegó a Tenerife en los años 30.

Allá por el año 1934, cuando la inmigración en España era una anécdota, Ahmed Mohamed Wehbe llegó desde Líbano a la isla de Tenerife y años después se convirtió en el propietario de una de las tiendas de ropa más populares de la isla, Wehbe.

Ahmed Mohamed, más conocido como "don Amado", no puede contar su historia porque ha fallecido, y quien nos la cuenta es uno de sus hijos, Fernando Wehbe Salla, que ha heredado el negocio familiar junto a sus hermanos y tiene 69 años.

Fernando relata con tanta pasión la vida de su padre en Tenerife que se nos antoja estar "viéndolo" en persona.

Pregunta.- ¿Cómo se sintió su padre cuando llegó a Tenerife?.

Respuesta.- La verdad es que mi padre se integró enseguida con la gente de la isla, pues encontró aquí un pueblo amable y cariñoso que le acogió enseguida. Es cierto que mi padre era un hombre con un gran carisma, educado y muy respetuoso con todas las personas. Aún hoy en día aprendo cosas de mi padre.

P.- ¿Cómo fueron los inicios de la actual empresa?.

R.- Cuando mi padre llegó a la isla venía de haber estado antes cinco años en Cuba, donde empezó conociendo el mundo de la confección. Y aquí continuó primero con una furgoneta vendiendo telas por los pueblos. Mi padre se encontró con una realidad muy distinta a lo que conocía. En Cuba ya se hacía confección mientras que en Tenerife aún toda la ropa la hacían los sastres y las sastras. De hecho aquí la confección se puso de moda a partir de 1960.

P.- ¿Qué tal se le dio la venta ambulante?

R.- Muy bien, en poco tiempo tenía más de 400 o 500 clientes, que era mucho en aquella época. Además llevaba las cuentas en un cuaderno de lo que le debía cada uno, pues ya vendía a crédito. (Fernando Wehbe nos enseña la maleta que su padre llevó a Cuba y en la que conserva un cuaderno de notas de los clientes, con todo perfectamente anotado).

P.- ¿No tuvo, pues, problemas con el idioma?

R.- En absoluto, el fue autodidacta y lo hablaba bien y también lo escribía.

P.- ¿Cuándo nace la primera tienda de su padre?

R.- En el año 1956 mi padre abre en la calle Herradores de La Laguna su primera tienda, con 40 metros cuadrados, en el mismo sitio donde estamos ahora, pero que se ha ido ampliando (de hecho es dónde aún tienen las oficinas). El empieza ya con venta de ropa de confección, que entonces fue una revolución, pero fue un éxito. La gente estaba encantada de poder comprar un traje sin tener que tomarse medidas y esperar un tiempo.

P.- Después, sus hijos fueron incorporándose al negocio.

R.- Si. Primero era muy difícil trasladarse por la isla, las carreteras eran muy malas y se tardaba horas en llegar a cualquier sitio. Pero lo que más recuerdo es cómo recibían a mi padre en cualquier parte, ya fueran familias pobres o ricas. Y también recuerdo que él siempre ayudó a muchas personas que lo necesitaban.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Si alguien necesitaba algún medicamento él iba y se lo compraba. A los siete hijos que tuvo nos enseñó a respetar a todos, y esa es la filosofía que nosotros intentamos llevar en nuestro negocio y con los empleados.

P.- Y respecto a la educación ¿qué decisión tomó su padre teniendo en cuenta que él era musulmán?

R.- Mi padre fue siempre un hombre muy tolerante con todo y con todos, y a nosotros nos puso a estudiar en un colegio católico, pues consideró que era lo mejor para sus hijos. De hecho nosotros nos hemos casado con mujeres canarias, algunos, y él siempre lo aceptó. No es pasión de hijo, pero mi padre era un hombre muy respetuoso y al que todo el mundo respetaba profundamente.

P.- Pero ¿había algo que no le encajara de la isla?.