Me marcho. No me divierto en este trabajo

En la generación de nuestros padres el concepto del trabajo era bastante simple. Uno iba a la oficina y se quemaba las pestañas durante horas interminables en el escritorio a fin de impresionar al jefe con muestras de tesón y diligencia. La idea de que uno pudiera divertirse en el despacho era, en el mejor de los casos, una blasfemia y, en el peor, un posible motivo de despido. Todo el mundo sabía que la oficina era un sitio donde se pasaban fatigas, no un lugar de esparcimiento. Para escapar a la agonía laboral, se salía de jarana con los amigos. Pero la llegada del punto.com acabó con eso.

J.C.Hidalgo (EFE)

Con el boom de internet, muchos jóvenes empezaron a cambiar sus cargos de ejecutivos, renunciando a abultados bonos anuales, e incrementos del 12% salarial, en favor de un mundo laboral desconocido: puestos que no exigían vestir traje de chaqueta, con horario flexible y directores que se incorporaban a las juergas de los empleados. Otros fueron más allá y dieron un giro radical a sus meteóricas carreras para lanzarse en solitario a algo nuevo y distinto. Todo con tal de pasarlo bien, combinar ocupación con interés y disfrute. Por primera vez, era aceptable ser un "soñador" y dejar trabajos porque resultaban aburridos o insatisfactorios.

A los 30 años. Ana Molina, licenciada en Administración de Empresas por Bentley College (Massachusetts), hizo exactamente eso: abandonó su puesto de ejecutiva comercial en una gran multinacional para dedicarse a las terapias manuales. "Se puede decir que yo lo tenía todo: un supertrabajo, un coche de empresa, un piso, un marido estupendo... pero era profundamente infeliz", explica. "Ganaba dinero y no tenía ilusión por gastarlo, siempre estaba crispada, no disfrutaba de las cosas, era una persona gris. Pensaba: 'esto no puede ser todo en la vida'".

Siete años más tarde, Ana ha montado un negocio propio dedicado a potenciar la vitalidad en el trabajo desde el cuerpo y se declara encantada con su nueva profesión. Hoy martes, esta antigua ejecutiva se calzó bombín y gafas negras para participar en la marcha que recorrió el madrileño Paseo de la Castellana en apoyo del Día Internacional de la Diversión en el Trabajo, que se celebra en países como Estados Unidos desde hace una década.

Los participantes en el acto, convocado en España por el profesor de psicología de la Saint Louis University (Campus de Madrid), Eduardo Jáuregui, y por Jesús Damián Fernández, que imparte pedagogía en la Universidad Complutense, solicitaron el reconocimiento oficial de este Día en España con una carta dirigida al ministro Jesús Caldera y pidieron que desde el ministerio se fomente un clima laboral más distendido y lúdico.

Jaúregui y Fernández, de la consultora Humor Positivo, argumentan en su libro de reciente publicación Alta Diversión: los beneficios del humor en el trabajo que disfrutar incita a trabajar mejor y que la risa aumenta la productividad, estimula la motivación, potencia la creatividad y cohesiona los equipos humanos.

"La depresión y el estrés laboral ha venido multiplicándose, y la edad en que empieza a padecerse ha ido disminuyendo. El humor positivo ayuda a prevenir a y a sobrevivir a estos problemas", dice Jesús. "No hablamos del humor fácil, ni de la burla, el sarcasmo o la mofa, que está fuera de lugar. Hablamos de que en el trabajo se pasan muchas horas y que hay que intentar hacer la vida laboral más llevadera y agradable."

Competencias humorísticas

Desde Daimler Chrysler al Banco de Sabadell o Bic Graphic, el legendario fabricante de bolígrafos y mecheros, numerosas empresas han buscado la formación en competencias humorísiticas que ofrecen Jaúregui y Fernández. En todo el mundo, otras muchas compañías como Air Nostrum, Ben&Jerry, Google o Easyjet han adoptado la diversión como estrategia.

"Antes prevalecía la cultura del miedo, del ordeno y mando. Pero ahora la gente tiene más libertad para escoger y las empresas tienen que esforzarse por retener el talento si quieren ser más competitivas. Por eso están cambiando mucho las políticas de gestión del capital humano", señala Pilar Jericó, asesora de empresas y autora de libros como No Miedo y Gestión del Talento, además de un blog sobre trabajo y el mundo corporativo.

Según Jericó, la media de cambio en la vida laboral de un trabajador solía ser de tres puestos diferentes. Pero en la actualidad ese ratio se ha incrementado a siete. "Como señaló el experto norteamericano Tom Peters, 'las personas no se van de sus empresas, se van de sus jefes'. Por tanto, no es que queramos ser mejores directivos, es que en un mundo de competencia global, no queda más remedio", agrega.

Las investigaciones de esta consultora indican que los jóvenes en España aspiran a mantener importantes niveles de aprendizaje y desarrollo en su trabajo y a un equilibrio entre vida profesional y personal muy superior al de la generación precedente. También que la remuneración no es el criterio más valorado a la hora de optar por un trabajo.

Las empresas españolas están experimentando cambios muy positivos en este campo, aunque según Jericó, "muchas todavía no se han dado cuenta de que ésta es la generación del compromiso, o sea, de buscar fórmulas para que la gente se comprometa con el proyecto de la empresa. y se quede. El 51% de las grandes compañías en España aún recurren al miedo. Y eso frena considerablemente su avance".

¿Y tú? ¿Cuáles son tus criterios a la hora de optar por un trabajo?