Las relaciones de Quito y Bogotá están en un punto muerto un mes después del ataque a las FARC

Bogotá.-  Las relaciones diplomáticas de Quito y Bogotá continúan hoy en punto muerto, un mes después de la operación militar contra las FARC en Ecuador en la que murieron el considerado número dos de esa guerrilla, alias "Raúl Reyes", y 25 personas más.

Pese a las declaraciones de la Cumbre del Grupo de Río del pasado 7 de marzo en Santo Domingo, y de la reunión de cancilleres de la OEA el 17 del mismo mes en Washington, que trataron de superar la crisis, las relaciones de Colombia y Ecuador, rotas por Quito el 3 de marzo, siguen en suspenso.

Y los últimos hechos no parecen indicar que la situación vaya a mejorar en el corto plazo.

Quito demandó ayer a Colombia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por las fumigaciones aéreas de cultivos de coca con el herbicida glifosato en su lado de la frontera común, mientras que Bogotá denunció que un helicóptero militar ecuatoriano entró en su territorio.

"A mí me sorprende que hay tanta beligerancia contra el Estado colombiano y tanto silencio contra el terrorismo", afirmó hoy el presidente colombiano, Álvaro Uribe, sobre la demanda de Ecuador por las fumigaciones, suspendidas desde el año pasado y reemplazadas por la erradicación manual de cultivos.

Según Uribe, no es cierto el argumento ecuatoriano de que la aspersión aérea tiene efectos nocivos sobre la salud y el ambiente de la zona, y sostuvo que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han impulsado "con toda la malicia, con toda la maldad", el cultivo de coca en la frontera común de 586 kilómetros.

Lo cierto es que un mes después de la ruptura de relaciones, el embajador de Colombia en Ecuador, Carlos Holguín, no ha regresado a Quito, de donde fue expulsado por el Gobierno del presidente Rafael Correa tras el ataque de tropas colombianas contra un campamento de las FARC en ese país.

Esa operación, en la madrugada del día 1 de marzo, llevó a Quito a romper dos días después las relaciones con Bogotá, decisión que también tomó Managua y echó atrás un día después, mientras que Caracas expulsó a la delegación diplomática de Colombia, aunque sin romper formalmente relaciones.

Uribe se disculpó por esa acción militar en territorio extranjero y justificó el ataque en la defensa contra una guerrilla terrorista.

En esos días se temió que la situación desembocara en un conflicto armado, algo que se superó en la cumbre presidencial del Grupo de Río con simbólicos apretones de manos y abrazos de los presidentes involucrados, aunque entre Uribe y Correa fueron evidentemente forzados.

Las tensiones, ventiladas también en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), se agravaron cuando Colombia divulgó parte de la información rescatada de los computadores de Luis Édgar Devia, nombre de "Raúl Reyes", que involucraba de alguna manera a los gobiernos de Venezuela y Ecuador con las FARC.

A la crisis se unió el hecho de que las tropas colombianas trasladaron a Bogotá, junto con el cadáver de Reyes, el de otra persona muerta en la operación, que resultó ser el ecuatoriano Franklin Aisalla, miembro activo de aquella guerrilla, según Colombia, aunque Quito lo considera como un humilde cerrajero.

Tras la reunión de cancilleres de la OEA en Washington, la ministra de Relaciones Exteriores de Ecuador, María Isabel Salvador, admitió que había señales de buena voluntad por parte de Colombia, pero su país no bajó la presión sobre Bogotá, a lo que se agregó la demanda presentada ante la CIJ.

Bogotá, por su parte, denunció ayer que un helicóptero militar ecuatoriano entró en su espacio aéreo el pasado domingo y fue interceptado por dos aeronaves colombianas, pero huyó cuando se le había ordenado a su tripulación dirigirse al aeropuerto de la ciudad de Tumaco, en el departamento fronterizo de Nariño.