Madrid.- Mark Knopfler se acercó a Madrid en su gira europea para ofrecer a sus aficionados un concierto muy completo en el que recorrió paso a paso toda su discografía, desde los inicios de Dire Straits hasta tocar temas de su último disco en solitario, "Kill to get crimson".
El cantante, compositor y guitarrista británico, Mark Knopfler, durante el concierto que ha ofrecido esta noche en el Palacio de los deportes de Madrid.
El veterano guitarrista escocés se presentó a las diez de la noche ante un abarrotado Palacio de los Deportes que le esperaba ansioso. Antes de su llegada, la icónica guitarra Fender Stratocaster roja y blanca de los Dire Straits, que estaba iluminada en el centro del escenario, ya presagiaba un concierto plagado de viejos temas.
Y así resultó desde que los músicos salieron al escenario. "Cannibals", con el que se abrió el espectáculo, sustituyó al tradicional "Walk of life" con el que el cantante y guitarrista solía comenzar sus directos.
A partir de ahí, "Why aye man", "What it is" y "Sailing to Philadelphia", tres de sus temas más celebrados de su carrera en solitario, condujeron al público hasta el primer tema del último álbum, "True love will never fade".
Knopfler, que se mostró muy tranquilo durante toda la actuación, se sentía cómodo junto a su banda y arropado por el público madrileño. Su estilo, que se encamina hacia una mezcla de folk y blues, encajaba muy bien con los teclados de Guy Fletcher y la batería de Danny Cummings -dos de los músicos que colaboraron con Dire Straits-.
Sin embargo fue John McCusker, un especialista en folk escocés, el que consiguió el primer gran éxito de la velada. Interpretando en clave celta las notas de rock de "The fish and the bird", convirtió una de las canciones más discretas del "Kill to get crimson" en una delicia para los asistentes.
"Hill farmer's blues" ofreció un leve reposo antes de que Knopfler se lanzara con dos de sus canciones que ya han hecho historia en la música: "Romeo and Juliet" y "Sultans of Swing".
El público, que había permanecido obedientemente sentado hasta ese momento, saltó de sus butacas para bailar el gran éxito de Dire Straits, del que este año se cumple su treinta aniversario.
Los clásicos "oés" fueron coreados por todo el recinto durante varios minutos; tanto fue así que Knopfler y su banda se unieron a los entregados espectadores y, sacando acordes y percusiones, acompañaron a sus incondicionales.
Conseguida ya la comunión entre músicos y aficionados, el concierto bajó un punto su ritmo con cuatro temas seguidos de la discografía en solitario del escocés: "Marbletown", "Daddy's gone to Knoxville", "Postcards from Paraguay" y "Speedway at Nazareth", hasta llegar al final del grueso de la actuación con "Telegraph Road".
Los bises comenzaron con "Brothers in arms", una de las canciones que mejor se adaptan a las condiciones del antiguo cantante y guitarrista de Dire Straits, y continuaron con "Our Shangri-la" y la mítica "So far away".
Cuando parecía que Knopfler ya estaba extenuado -después de dos horas de concierto-, sorprendió a todos despidiéndose con uno de sus temas más celebrados, el "Going home" de la banda sonora de "Local hero", a lo que el público respondió abandonando sus asientos y agolpándose frente al escenario.
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