'La banda nos visita'

Una película de Eran Kolirin amable, de buena factura y bien interpretada además de aplaudida y premiada en Cannes y en la Seminci. Pero mientras Etxea piensa que su sencillez hace empatizar con la situación de Oriente Próximo para Volpini no acaba de estar claro...

La reseña del Dr. Etxea

'La banda nos visita' ¡qué suerte! Precedida por el éxito en varios festivales, con ella nos llega una invitación al reconocimiento del otro-diferente. Eran Kolirin se estrena en el largometraje con esta película. Al realizador hebreo se le adivina el talento para despertar en el espectador una profunda melancolía. Añoranza de un tiempo pasado en el que el director, su familia, amigos y vecinos, escuchaban indistintamente la radio y la televisión árabe y judía. Entonces, como ahora, los tiempos andaban revueltos. Ya sabemos que aquellos pueblos y tierras -Oriente Próximo- no han conocido la paz en el último siglo. No obstante y pese a las diferencias, no hace muchas décadas la gente corriente tenía curiosidad y ganas de conocer las historias del otro, de escuchar sus canciones, de saber cómo se divertía, lo que decía y cómo vestía. La peor llegará si esa curiosidad se pierde. Del peligro derivado de la indiferencia de los unos frente a los otros advierte esta película aplaudida y premiada en Cannes y en la Seminci.

'La banda nos visita' defiende sin pancartas ni panfletos el valor balsámico de esa curiosidad, mostrando el rostro humano de unos músicos de la policía de Alejandría que viajan hasta el vecino y a la vez lejano país, Israel. Contratados para dar un concierto en un poblado del desierto del Negev, un despiste burocrático les lleva a recalar en otra aldea israelí con un topónimo parecido. La buena voluntad de sus habitantes y la bondad casi ingenua de los miembros de la orquesta egipcia harán el resto para convertir en virtud el contratiempo. La confusión inicial transforma a los protagonistas de esta historia mínima en viajeros dispuestos a disfrutar de la hospitalidad ajena. Quizá 'La banda nos visita' no sea una película imprescindible, pero si empatizamos con sus planteamientos no será difícil hacer la vista gorda a sus deficiencias. En sólo 85 minutos la sencillez de sus secuencias nos gana para la causa de la tolerancia que tan cinematográficamente defiende.

La reseña de Federico Volpini

Toca la banda. A dos o dos y medio por judío hospitalario. Llega a 'Beth' y era 'Peth', así que es otro sitio. Autobús no va a haber hasta mañana. Orquesta egipcia –de la policía- en mitad de Israel y el inglés, que ninguno domina, como vehículo de comunicación. Seguramente el no dominar el campo que uno pisa viene bien para el entendimiento. Se siente uno seguro con su campo y el campo se convierte en un campo de minas para el otro. Pero el otro, ¿quién es?: el que le disputa a uno el campo o, con frecuencia, aquel al que uno acaba de quitarle el campo. Una cosa y la otra se parecen bastante más de lo que uno diría a simple vista. Acota alguien un campo para sí y ese campo lo quieren los demás. Lo que está bien, porque lo único cierto es que el campo es de todos, con preferencia para el que lo trabaja.

Me acusa el Dr. Etxea de no ser claro. No es el único. Pero es que a veces, por fortuna o por desgracia, no ESTÁ claro. Dios, Patria, Rey es más reconfortante que ¿Dios?, ¿Patria?, ¿Rey? No dice uno que no de manera tajante, pero hay dudas. Así, con las películas. Y, además, están esta semana '21 Black Jack', 'Retratos del más allá' y 'Rebobine por favor'. ¿Decepciona 'La banda nos visita'?. Un poco. ¿Es una mala película? No lo es. ¿Pasa algo, si no vamos a verla? Que no vamos a verla. Historia tierna, bien contada y bien interpretada que no va más allá (ni más acá) que eso: historia tierna bien contada y bien interpretada.