Me estoy quitando o las drogas en el rock español

Que Humphrey Bogart se enciende un pitillito, seguro que el espectador se pone a fumar; que las mentes pensantes de las consolas crean Grand Theft Auto, los videoadictos se alistarán de inmediato a las mafias de la extorsión; e incluso hay quien responsabiliza a los Beatles de promocionar el consumo de tripis.

El pasado mes de noviembre, el profesor de medicina de la Universidad de Pittsburg (EEUU) Brian A. Primack analizó casi 300 canciones de las más vendidas en 2005 . Una tercera parte de las letras incluían referencias a las drogas, contando también las legales como el alcohol. Entre lo curioso, que el 37% de las canciones country hablan de drogas, porcentaje que se queda corto si lo comparamos con las de rap (casi un 80%). Las canciones popis son las más comedidas. Tan sólo un 9%.

Alcohol y marihuana triunfan en Norteamérica. El estudio de Primack no valora si esas referencias condicionan el comportamiento de los consumidores de música –menos mal–. Esa sentencia manida de que el pop lleva décadas incitando al consumo abusivo de drogas parece desvanecerse en opinión de John Markert, investigador de la Universidad de Texas, quien escuchó más de 800 canciones y concluyó que es falso, que más que animar, la música mantiene los valores sociales dominantes en la sociedad, aporta los aspectos más negativos del consumo e incide en la ruina que supone drogarse.

Una mirada a la música española

Una vez tachada la música de la lista de los chivos expiatorios, repasamos cómo han visto los creadores españoles desde los años 70 el mundo del jaco, la coca, los canutos y el botellón. Si algo puede resumir las más de tres décadas desde la muerte de Franco es una de las canciones de la banda malagueña Tabletom que decía así: «Me estoy quitando, me estoy quitando, solamente me pongo de vez en cuando». Los grupos españoles de todo género y condición eran más aficionados en los 70 y 80 a hablar de heroína y otros vicios. Hoy, parece que se están quitando y sólo hay alguna alusión a los porros o las pastillas. Poco más.

Podríamos empezar con un temazo de Los Calis, aquél titulado 'Heroína' que repetía: 'Más chutes, no / ni cucharas impregnadas de heroína / no más jóvenes llorando noche y día / solamente oír tu nombre causa ruina'.

Cuando el caballo hacía estragos en la sociedad, los yonquis empezaban a dar miedo y eso se notaba. Miguel Ríos, inolvidable con pantalón ceñido a rayas, cantaba a la multitud: 'No montes ese caballo pa pasar de la verdad. Mira que su nombre es muerte y que te enganchará’.

Como asegura Eduardo Hidalgo, experto en toxicomanías, en su monografía Heroína (ed. Amargord), salvo algunos casos, el mensaje que la música popular ha venido emitiendo sobre el jaco no se diferenciaba mucho de los eslóganes creados por las autoridades antidroga. E incluso retrata una paradójica escena: "Los payos que acudían a los poblados a buscar caballo canturrean a Los Chichos, los gitanillos que les sirven escuchan bakalao, y los kunderos (conductores de los llamados taxis de la droga) que llevan a los toxicómanos escuchan a Laura Pausini".

Viaje por las canciones y los tripis

Elseveromeduele (Flickr)

Miguel Ríos fue uno de los primero en hablar del 'caballo' en sus canciones

Rosendo Mercado, el histórico guitarrista y cantante de Leño, siempre ha confesado que, tras una temporada tomando ácido lisérgico (LSD), compuso el tema 'El tren azul'. La canción contenía frases como éstas: 'El tren, sube a mi tren azul / su dulce chimenea te puede dar / algo que hace tiempo buscas tú / si controlas tu viaje serás feliz'.

Los tripis, admitió Rosendo, no eran fáciles de conseguir y la canción hablaba de unos ácidos que se conocían en la calle como Tren azul. El rockero confesó a los críticos musicales madrileños Kike Babas y Kike Turrón que "una vez tocamos puestos de tripi. Actuábamos con Triana. Nosotros delante. El concierto era en una plaza de toros y allí nos sentamos, mirando el escenario, las luces, el montaje... Cuando aquello empezó a funcionar, a Tony [el bajista] le dio mal rollo. Ese día me quedó muy clarito que para tocar, no. Los dedos se me metían en el mástil de la guitarra, que la sentía como de espuma".

La movida ya está aquí

Los años 80 y la ebullición musical provocaron asimilaciones de lo que ocurría en otras partes del planeta. El desparrame estaba asegurado. Manolo UVI, líder del grupo Comando 9mm, ponía un ejemplo para explicar por qué la gente se iniciaba en el consumo de jaco: "Me gusta mucho Iggy Pop, me haré yonqui como él".

Antonio Vega, compositor y alma de Nacha Pop, ideó una de esas maravillosas piezas que los fans entonan agarrando a su 'churri' en los conciertos. Ese ‘se dejaba llevar’ tiene que ver más con paraísos artificiales que con otras emociones. Pero hay que tener talento hasta para hablar de las drogas.

Entre los músicos sutiles también se encontrarían Radio Futura y su ‘Nadador’. Los que más saben de aquellos años comentan que Auserón supo hacer poesía y contar un colocón de otra manera. Quién sabe. La canción contenía frases como 'Sube la marea / como un buen nadador / aprovecha la ola'.

Para letras directas, las de las bandas punk. Desde "el pico en la polla" del que hablaban Las Vulpes –aquel cuarteto de chicas vascas que se hicieron famosas, y se ganaron la censura, con ‘Me gusta ser una zorra’– a las letras destroyer de La Polla Récord. Aquí va un detallito de la canción 'El escorpión': 'Entra la aguja / te sientes bien / brillo en los ojos / callo en la piel'.

Pero si ha habido un grupo que no se ha cortado ni un pelo ni ha buscado falsos circunloquios para hablar de las drogas más duras, ése ha sido Extremoduro. Los extremeños sabían cómo "ponerse finos" y acompañaban sus guitarras cañeras y sus versos callejeros con alusiones a la delincuencia social y al consumo de sustancias, a través de personajes marginales. Su éxito entre los más jóvenes radicaba en sus letras.

Una perla extraída de su discografía lo dicen todo. Las letras de 'La carrera' dejaban frases como

Esta es la vida de un estudiante que estudiaba sin parar
se estaba haciendo una carrera
y no era en la universidad,
era una carrera que no tenía final.
Sus padres le preguntaban
¿hasta dónde vas a llegar?
y él muy tranqui, él pasaba
–hasta que ya no quede más–
y te quedan muchas venas por chutar.

Sin duda, los duros han sido los más blandos. El heavy metal español parecía un predicador ñoño en pleno sermón. ‘No te enganches confía en el rock and roll’, gritaba Banzai. Obús contaba historias de barrio más vistas que el tebeo: ‘No superó su adicción con la metadona que alguien le suministró. Asaltó y robó. Y pagó por ello. Por un gramo no hay dolor’.

Parece que vuelve la moda

Nachotronic (Flickr)

Melendi también habla de drogas en sus letras

En los últimos años son muchos los solistas, dúos y bandas que muestran su debilidad por el porrito. Sabedores de su aceptación social entre los más jóvenes, de su fácil acceso y de unos riesgos que poco tienen que ver con los de otras sustancias, muchos se lanzan a defenderlos, sobre todo entre la fauna de barrio o cercana al perroflautismo.

Empezaron los vallecanos Ska-P y su tema 'Legalización'. Melendi, en su canción 'Cannabis', eleva el canuto hasta lo más alto. Lo mismo le vale para aguantar a la suegra que para quitarse un dolor de muelas. Y en 'Con tanto héroe', ataca a la heroína. Los hermanos de Estopa no le hacen ascos pero se montaron una lacrimógena historia en 'Exiliado en el lavabo'.

En el mundo del rap patrio, La Mala Rodríguez, en su disco 'Alevosía', mezcla denuncia social y orgullo marginal en 'La niña', la historia de una chiquilla que tiene que traficar para salir del hoyo. Acababa el tema con las frases "quién no quiere dinero, quién no quiere dinero, para gastarlo en la ciudad".

Lo más fácil sería finalizar este extenso repaso con la célebre estrofa de Pata Negra que decía que "todo lo que me gusta es ilegal o engorda", pero no podían faltar dos de los mejores temas (uno bailable sobre el éxtasis y otro más tranqui sobre el cannabis) que se han escrito. El primero, de Alaska con Fangoria. El segundo, de Andrés Calamaro con Los Rodríguez.

Es que me hace volar
Como el águila que vuela en libertad
Sobre el valle lejos de la tempestad
Como el viento cuando cruza la ciudad
Con el rumbo fijo y sin mirar atrás
(Es que me hace volar, Fangoria).

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Morena con la piel de chocolate,
Siempre te llevo guardada muy cerca del corazón,
(Dicen que aquí no podemos hacerlo!).
La mente la cabeza es el terroritorio dormido donde yo decido,
nada deberia estar prohibido.
(Aquí no podemos hacerlo, Andrés Calamaro)