El Partido Colorado corre el riesgo de perder el poder en Paraguay

Asunción.-  El Partido Colorado corre el riesgo de perder la Presidencia de Paraguay, por primera vez en más de seis décadas, si se confirman los sondeos de intención de voto que vaticinan la victoria del ex obispo Fernando Lugo en los comicios generales del próximo domingo.

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(EFE)

La candidata presidencial del Partido Colorado, Blanca Ovelar (c), tiene un doble reto en estos comicios: ser la primera presidenta del país y por consiguiente evitar la caída de su partido, que por primera vez no llega unido a la votaciones.

De los seis candidatos presidenciales que podrán escoger los electores, las encuestas sólo dan posibilidades a Lugo, de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), a la oficialista Blanca Ovelar, y al general retirado Lino Oviedo, ahora líder de la opositora Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE).

Aunque la divulgación de los sondeos está prohibida desde 15 días antes de la elección, la encuesta difundida el domingo pasado por el diario Última Hora, al amparo de una sentencia de la Corte Suprema, concedía a Lugo una ventaja de seis puntos sobre Ovelar y Oviedo.

No obstante, también registraba un aumento en la intención de voto de la candidata "colorada" y los analistas recuerdan el gran poder de movilización de partido del Gobierno en la recta final de la campaña, lo que fue visible en ciudades como Asunción el pasado fin se semana.

Aunque la ventaja ha sido mayor en otras encuestas, el propio Lugo reconoció a Efe que "no es para estar tranquilos sino sobre todo para seguir trabajando, para seguir generando confianza en la ciudadanía y que esa intención se pueda traducir en votos reales el 20 de abril".

El ex obispo, identificado por sectores empresariales y grandes productores rurales con posiciones izquierdistas en sintonía con el presidente venezolano Hugo Chávez, ha insistido en sus actos en que sus únicos enemigos "son la mafia" colorada instalada en el poder.

Al no poder unir a toda la oposición en torno a su candidatura, Lugo decidió apoyarse en la fortaleza electoral del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, centroderecha), la segunda fuerza del país cuyo líder, Federico Franco, es el candidato a la Vicepresidencia, complementada con grupos de izquierdas y organizaciones sociales.

Reflejo de la disparidad ideológica de la APC, el discurso del ex obispo es de conciliación para buscar un gobierno de "todos y para todos", pero con marcado carácter nacionalista en sus reclamaciones a Brasil y Argentina por el reparto de beneficios de las dos hidroeléctrica que Paraguay comparte con sus poderosos vecinos.

También quiere el voto de los "colorados descontentos" el general Oviedo, en especial los más de 360.000 que apoyaron en las elecciones internas del Partido Colorado, en diciembre pasado, al ex vicepresidente Luis Castiglioni, quien hasta ahora se dice víctima de un fraude y no apoya a su oponente en esos comicios, Blanca Ovelar.

Oviedo, cuyo partido respaldaba a Lugo hasta mediados del año pasado, con una campaña en la que prometió de todo, pretende culminar con la Jefatura del Estado su controvertida carrera política truncada en la década de los 90 por el exilio y la cárcel, de la que salió a finales del 2007, lo que le permitió presentarse a estas elecciones.

Además de las promesas, el que fuera hombre fuerte de la milicia paraguaya centra sus ataques en Lugo, a quien identifica con Chávez y con el presidente de Bolivia, Evo Morales, y en Nicanor Duarte, quien, por su parte, ataca continuamente a la prensa por las críticas de los diarios a su gobierno y al oficialismo.

Curiosamente, en la propaganda electoral "colorada" no aparecen los candidatos a la Cámara Alta, cuya lista encabeza el propio Duarte, porque, según la oposición, "son espanta votos", aunque el jefe del Estado ha usado todos sus actos públicos para hacer campaña por la candidata que él mismo indicó, Ovelar.

La ex ministra de Educación de Duarte tiene un doble reto en estos comicios: ser la primera presidenta del país y por consiguiente evitar la caída de su partido, que por primera vez no llega unido a la votaciones por el todavía enfado de Castiglioni.