El Congreso parece la revista ¡Hola!

Queda inaugurada la IX Legislatura. Destellos tornasolados, Caldera deseando que los periodistas se acerquen a él. Toneladas de agua de colonia. Bibiana Aído apretando la mano del monarca. Y un festivo ambiente de ceremonia digno de las páginas del 'Hola'.

Sergio Barrenechea (EFE)

Un desfile de modelos propio de las revistas del corazón.

Todo apunta a que hoy se casa alguien en el Congreso. Abrigos metalizados, tacones de vértigo, aroma a laca y maquillajes demasiado pesados para una soleada mañana de primavera. Las diputadas se han vestido de ceremonia. Y los diputados, también. De traje oscuro y corbata alegre para evitar comparaciones con un ejército de clones.

Una pasarela de moda especializada en bodas, bautizos y comuniones. Se nota que los políticos son gente corriente. Saben que asiste la familia real y se engalanan de arriba a abajo para poder realizar la genuflexión embutidos en su mejor traje. Da igual que se declaren antimonárquicos, o simplemente pasen del asunto, les falta tiempo para rozar la mano de los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, mientras les miran con furtiva admiración. Piensan en su foto impresa en el Hola y en cómo la consumirán en peluquerías y despachos. "La ministra va muy de ella misma", se oye comentar sobre el atuendo de Elena Salgado, con falda globo estampada con voraces flores que amenazan con zampársela a la primera de cambio, zapatos rojos tipo andamio y una chaqueta blanca entallada. El ministro de Cultura, César Antonio Molina, con los rizos bajo el control de la gomina, entra en el Palacio del Congreso mientras la gente de protocolo organiza a quien le toca recibir a Mª Emilia Casas.

El paseíllo resulta de lo más folclórico. Ana Pastor, opta por la seda salvaje en azul cegador, zapatos y bolso de mano cuajados de pedrería. Pío García Escudero, de gris marengo y con zapatos castellanos de borlas entra antes que Pedro Solbes, con una corbata estrecha de rayas metalizadas especialmente fashion. Claro, que la llegada de Bibiana Aído, ministra de Igualdad, eclipsa todo lo demás. Sorprendida y asustada cuando ha notado que las cámaras y los periodistas se la comían viva, han sido sus tacones rollo masoquista los que le han aportado seguridad para continuar caminando. A las puertas del hemiciclo, su acompañante le presenta a la periodista de Canal Sur para que se acuerde de su cara, que para algo son de la misma tierra.

El hijo del cantante Rafael, inminente yerno de José Bono, acude con su novia y sus futuros suegros al besamanos. Ya no cabe duda de que te encuentras dentro de una foto de una revista del corazón. Hasta Elena Espinosa ha elegido un traje negro con falda con can-can. Blonda, satén y brocados se conjuran junto al efecto tornasolado. Soraya Sáenz de Santamaría, traje pantalón beige, zapatos elevadísimos de pitón, y Mercedes Cabrera, la ministra de Educación, con sastre de gabardina, daban la sensación de haber acertado con el modelo.

Entre el elenco masculino, se percibía una elección más emocional. Miguel Superministro Sebastián, convencido de ser el centro del universo, se ajusta la corbata rosa mientras Pedro Solbes le habla delante del banco del Gobierno. Sebastián asiente con la cabeza pero no parece escucharle. Su vista salta por el hemiciclo recogiendo datos para un nuevo indicador: cuántos diputados le miran por segundo. A Eduardo Zaplana le ha abandonado el ánimo. Ya no se acicala como antes. Su eterno tono moreno es ahora cetrino y hasta su encajado traje parece haber huido. Lo mismo le sucede a Jesús Caldera. Cuando era ministro salía escopetado como un famoso acosado pero hoy quería hacer corrillo, que los periodistas se acercaran a él. El recién nombrado guardián intelectual del socialismo no lograba su objetivo. Lo ha dicho Clos al pisar el hemiciclo a las 11 de la mañana: 'Uy, hay gente que ya está posicionada'. Lo esencial era salir en la foto.