Las sombras que planean sobre los museos vascos

El despido del director financiero del museo Guggenheim por desfalco se une a la investigación abierta al gerente de la Fundación Balenciaga, Mariano Camio, por regalar piezas del modisto a mujeres de cargos del PNV y a la pérdida de 6 millones de euros del Guggenheim por la mala gestión de una empresa participada por instituciones peneuvistas.

Página Pil-Pilean

Roberto Cearsolo.

Roberto Cearsolo, director financiero del Guggenheim, ha sido despedido por robar 500.000 euros del museo. Las irregularidades se conocieron cuando el Tribunal de Cuentas del País Vasco inició una inspección. Cearsolo, que era quien facilitaba los documentos a los inspectores, se encontraba de baja, y su segundo no puso traba alguna. Una vez descubierto, Cearsolo confesó y envió una carta a Juan Ignacio Vidarte, director del museo, en la que reconocía los hechos y se comprometía a devolver el dinero -ya ha entregado cerca de 300.000 euros-.

Algunos medios apuntaban a un supuesto parentesco entre Cearsolo y el ex lehendakari José Antonio Ardanza. Lo cierto es que desde el Guggenheim han explicado a soitu.es que el ex director financiero no era sobrino de Ardanza, aunque su mujer sí tiene algún parentesco lejano con él. El interés de esta relación responde a que a menudo la prensa y la oposición han acusado al PNV de aprovecharse del control que tiene en todas las instituciones vascas.

Uno más en la lista

El desfalco del Guggenheim viene a engrosar la lista de irregularidades y malas gestiones en algunos museos vascos. Hace apenas tres meses que se conoció la noticia: el Guggenheim había perdido 6 millones de euros en cambio de divisas para comprar obras. Según explicó la consejera de Cultura Miren Azkarate, que ha respaldado el despido de Cearsolo, aquello fue simplemente una "pérdida contable".

EFE

Mariano Camio, tercero por la izquierda, junto a Juan Luis Urkiola, Paco Rabanne y Julián Argilagos.

La sociedad Tenedora (la misma de la que Cearsolo ha sustraído parte de los 500.000 euros) compró 27 millones de dólares para adquirir las esculturas gigantes de Serra o los tulipanes de Jeff Koons. La devaluación del dólar frente al euro resultó en un déficit de 6 millones de euros de dinero público (Tenedora está participada al 50% por la Diputación de Vizcaya y por el Gobierno Vasco). El cambio de divisas se había hecho sin autorización del consejo de administración del museo.

Entonces no rodaron cabezas y Azkarate no sólo no asumió responsabilidades sino que se amparó en que no hubo ánimo de lucro para minimizar los fallos de gestión.

Pero aún hay más. A finales de febrero se conoció que faltaban piezas cedidas a la Fundación Balenciaga por el Gobierno Vasco. Entre ellas guantes, medias, pañuelos y bocetos originales del modisto vasco que debían engrosar los fondos del museo Balenciaga que se construye en Getaria. Las piezas, según un informe interno redactado por la conservadora de la fundación, Miren Arzallus (hija del ex presidente del PNV, Xabier Arzallus) fueron regaladas a esposas de cargos del PNV. El gerente de la fundación, el ex alcalde de Getaria -PNV- Mariano Camio, es el supuesto responsable de la pérdida de las piezas.

Y el problema no es sólo la falta de piezas. Mariano Camio también era gerente de la sociedad Berroeta Aldamar -formada por Gobierno Vasco, Diputación Foral de Guipúzcoa y Ayuntamiento de Getaria-. Esta sociedad era la encargada de la construcción del edificio que albergará el museo. Camio encargó la edificación del museo a un amigo personal, el arquitecto cubano, Julián Argilagos, que cobró por trabajos no acabados como el interiorismo, que ahora será realizado por alguno de los cinco finalistas que participaron en el concurso público que se puso en marcha tras descubrir todas estas irregularidades.

Camio fue denunciado tanto por la fundación Balenciaga como por la sociedad Berroeta Aldamar. Pero la consejera de Cultura, de nuevo, se negó a dar explicaciones. La fiscalía de Guipúzcoa está investigando la gestión de Camio y por eso Azkarate considera negativo "airear" documentos en poder del fiscal, como el que certificaba que se habían regalado piezas de Balenciaga a mujeres de cargos del PNV y gracias al que se sabe que la fundación y la sociedad Berroeta Aldamar (participada por tres instituciones peneuvistas) conocían las irregularidades.