Aguirre y Rajoy, 'cheek to cheek', a costa del 2 de mayo

Treinta segundos clavados, mejilla contra mejilla ('cheek to cheek', cual Fred Astaire y Ginger Rogers). Eso ha sido lo que ha durado la charla entre Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, para escenificar que todo es normal en el Partido Popular.

Rajoy y Espe celebran el dos de mayo.

Esperanza no pierde plano. Medio minuto de puesta en escena, treinta segundos exactos dándole bola a Rajoy , bajo los flashes de todos los fotógrafos y los camáras del país. Asegurándose el plano de esta noche en las teles, la foto de mañana en los periódicos. El caso es llevar algo de calma a las aguas tan revueltas de los populares. El contenido de la conversación era secundario, algo referido a las fechas, a la agenda. Da igual. El lenguaje del cuerpo era lo importante. Aguantar los flashes durante esos 30 segundos que veremos hasta la saciedad a partir de hoy.

Esos dos besos entre Rajoy y Aguirre. Primero en la mejilla derecha, después en la izquierda, más 'cheek to cheek' (mejilla contra mejilla, que diría ella con su alarde de buen inglés) que nunca, porque seguro que le entusiasma Frank Sinatra. Por si acaso, para que quedase claro quiénes son los suyos, Espe ha besado con igual efusión a Alberto Ruíz Gallardón, primero. Ha ninguneado el toque de su carita empolvada a Beatriz Corredor, la nueva ministra de Vivienda.

Tras el amago a Corredor, en ese momento, los besos y sonrisas a un Rajoy que tras los ósculos, ha estado unos segundos sujetándola del brazo, porque lo de ellos no es personal, no es una cuestión de piel. Es todo por el PP.

Luego han llegado los consabidos juegos florales, las frases más o menos ingeniosas para las dobles interpretaciones. Una vez más, el mejor, Gallardón porque hay que llevarse bien incluso entre políticos del mismo partido. Luego llegó Rajoy, más 'sosiño', prudente y optimista, queriendo convencer de que las "las cosas están mejor que hace quince días". Algunos de los de primera fila han bajado la cabeza para ocultar la sonrisa.

Y ella, Esperanza Aguirre Gil de Biedma, de verde pistacho y blanco, con lazo rojo oficial en la solapa, consciente siempre de ser el centro de atención de las miradas de todos los invitados al acto de la Real Casa de Correos de Madrid, por el ser el día de la Comunidad. ¡Qué lástima que Rajoy sea menos detallista y olvide el ojo que todo lo ve, las cámaras sempiternas! Porque una vez terminada la puesta en escena de pie, nada más sentarse, Mariano no la ha vuelto a mirar. Se ha olvidado de lo politicamente correcto. ¿O ha sido aposta?