Paintball en el bosque, todos a por el jefe

O a por el enchufado, el empleado pelota o la trepa de la cuarta planta. El Paintball en el bosque es violencia. Y si tienes enfrente a personas con las que convives ocho o más horas al día, a los que odias, sabiéndolo o sin saberlo, con los que te enrollas, de los que sabes su vida sin que ellos lo sepan, unas jornadas de convivencia en un paraje maravilloso con disparos de pintura incluidos es una bomba en plena ebullición, a escasos milisegundos de la explosión nuclear. Eso es 'Casual Day', una película de Max Lemcke, escrita por una versión castiza de los hermanos Coen, los Remón.

Llamada así en honor a los americanos, creadores de este gran invento llamado capitalismo corrosivo, retrata la historia de humor amargo y violento (sin golpes, ni tiros, ni siquiera insultos), de un grupo de ejecutivos perteneciente a la misma empresa, pero fuera de la misma. Es como si los de 'Cámera Café' trabajaran de verdad y los dueños explotadores de su empresa hubieran decidido que unas jornadas de convivencia en plena naturaleza les ayudan a conocerse mejor. Como los de la serie de televisión pero en versión sórdida, demoledora, hilarante a la vez que devastadora para el estómago. Está a caballo entre 'Smoking Room', de Julio Wallowitz y Roger Gual, ésta más amarga si cabe, y 'El método', de Marcelo Piñeyro. Un recorrido por el humor con poso triste. Un lugar en el que Arturo Valls se mueve como pez en el agua, ¿A que no adivinan qué papel encarna? No se pierdan interpretaciones como las de Juan Diego o Luis Tosar.

En el mundo moderno

¿Se imaginan una fábula en el siglo XXI? Los ejecutivos son como abejas metidas a hormigas. Obreros con traje, tan obsesionados por el trabajo como sus jefes lo están por que ellos trabajen. La cigarra, que siempre está, trabaje o no trabaje, fomenta entre las abejas metidas a hormigas la competitividad, el pisar al de al lado, el chantaje, el plan trepa, la injusticia, les hacen creer que viven en el mundo de las oportunidades, pero a la hora de la verdad, el jefe enchufa a su yerno y te quita el puesto de trabajo, tu mujer/marido te pone los cuernos porque vives obsesionado/a con la oficina, las cigarras (los jefes) se van a comer al restaurante caro cuando a ti te toca el menú guarrero.

En el mundo moderno te tienes que liar con el que tienes al lado más horas que quien duerme contigo, y eso es divertido. Y duro. Y sufrido. Y sórdido. Lo verdadero de lo laboral hoy en día es que vives en un 'gran hermano' con pausas nocturnas, donde arrecian las rencillas, las envidias, los 'edredoning' y, sobre todo el mundo capitalista despiadado y rancio, las putas y los despidos improcedentes.

Juan Diego y Malena Alterio en un fotograma de la película.

En 'Casual Day' destacan unos diálogos hiperrealistas en situaciones cargadas de violencia. "En la oficina la violencia se ejerce de manera soterrada", apunta Pablo Remón, uno de los padres de la criatura, "tú no puedes sentarte en mi silla y yo intentaré sentarme en la tuya". Lo de cómo conseguir diálogos de ejecutivos cuando uno nunca ha trabajado en una empresa de esas características se hace con el más sofisticado sistema de espionaje: "Nos pasamos semanas pegando la oreja en un bar en una zona de oficinas. Basta oírles unos minutos para hacerte una idea de quiénes son". Daniel, su hermano, señala: "hablan en el mismo tono de a quien van a despedir, de las putas a las que se follaron la semana pasada o de un familiar que se ha muerto de cáncer". Lo más gracioso es que la trama de ejecutivos tenía un recorrido de quince minutos en el guión original y acabó por convertirse en la única trama. "El principal elemento, que es el 'casual day', no apareció en el guión hasta después de seis o siete meses de estar escribiendo".

La empresa trasladada a un rodaje"

Ese mundo jerarquizado, de presión, de trabajo en equipo, de granhermano en jornadas interminables no queda patente en el trabajo de un guionista, con su portátil en casa y alpargatas. Pero sí en el cine: en un rodaje. Así lo atestigua Max Lemcke, el director: "Vivimos en nuestro universo, jerarquizado, eso sí, pero luego un día viene el productor delegado de la cadena y tenemos que decirle sí a todo. Él es el que toma las principales decisiones". Y sí, en los rodajes hay líos, celos, estrés, amores y odios.

La empresa es como un hormiguero. Cada delegado a su proyecto. Cada proyecto con sus departamentos. Cada departamento con sus jefes. Cada jefe con sus subordinados. Y cada subordinado con su función. Si te dedicas a una cosa no puedes dedicarte a la otra, al menos no con todas tus energías. Porque ya es difícil tener la habilidad de hacer una cosa bien, imagínate la de hacer dos cosas bien. Lo mismo ocurre en el celuloide, pese a que en el cine español haya muchos que no se han dado cuenta de ello. 'Casual Day' es un ejemplo de trabajo en equipo donde cada engranaje funciona perfectamente. Por eso tiene director y guionistas. "Lo que hacen seis manos es mejor que lo que hacen dos", asegura Lemcke: "Así se hacía en el cine clásico: los guionistas escribían y los directores dirigían". Hay personas, evidentemente, que poseen las dos habilidades, pero menos de los que presumen tenerlas. Según los hermanos Remón, precoces en esto de estrenar peli, 24 y 30 años, "en España tenemos una resaca del cine de autor, o división entre cine de autor y comercial que nos perjudica mucho. Cuanto más esfuerzo dedique cada uno a lo suyo mejor saldrá el producto".

Lo que os decía… todos a por el jefe… o la estrella

Os permitimos un guiño al anecdotario. Imaginen si será real lo del Paintball que comentábamos al principio que Juan Diego, en uno de los planos, recibió un balazo en plena oreja. Lemcke lo cuenta con sentimiento de culpa: "Le convencí de que no pasaba nada y no dolía. Era un tiro desde fuera de plano, pero el que disparaba, el encargado del Paintball, se vio impresionado por el actor, se despistó y le dio en plena oreja". El bueno de Juan Diego, como si lo imagináramos, bramó en arameo.

Una peli muy recomendable, de ésas que se pierden los que desprecian el cine español sólo por considerarlo un género. Y no, ni es de la Guerra Civil, ni es un drama social ni un melodrama almodovariano, ni una comedia costumbrista. Es fresco como una lechuga. Dios, ¿por qué habrá que trabajar? Que no sea para ir al Paintball con los compis del curro.