Declaraciones de buenas intenciones no bastaron para superar los escollos comerciales

Lima.-  Las declaraciones de buenas intenciones escuchadas durante la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea de Lima no fueron suficientes para superar hoy todos los escollos en las negociaciones comerciales en curso entre latinoamericanos y europeos.

Las mini-cumbres entre la Unión Europea (UE) y los grupos de integración latinoamericanos dejaron luces y sombras, con el estancamiento del diálogo con el Mercosur, algunos avances con los andinos y la confianza de cerrar un acuerdo en 2009 con los centroamericanos, con Panamá incluido.

Con la Comunidad Andina se lograron avances después de que la UE aceptara introducir "flexibilidad" en la negociación comercial e insistiera en que se seguirá negociando "bloque a bloque" un único Acuerdo de Asociación "ambicioso y comprensivo".

Los centroamericanos, por su parte, pidieron a los Veintisiete que se impulse "con la mayor rapidez" el pacto, porque "significa generación de empleo y representa una oportunidad de crecimiento".

Fueron las "mini-cumbres" con Chile y México las que arrojaron los mejores resultados porque, según fuentes europeas, se centraron en hacer un balance positivo de los convenios de asociación que la UE tiene firmados con esos dos países latinoamericanos.

Por el contrario, la negociación más compleja, entre la UE y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, con Venezuela en proceso de adhesión), sigue estancada por la falta de acuerdo sobre la rebaja de aranceles agrícolas.

Durante la mini-cumbre de hoy, la presidenta argentina, Cristina Fernández, y el titular de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, tuvieron un intercambio "franco" y no exento de cierta tensión, que puso de manifiesto las dificultades del proceso.

Las importantes diferencias entre ambos bloques giraron de nuevo en torno a los aranceles industriales y agrícolas, y Fernández y Barroso se mantuvieron firmes en sus planteamientos.

"Lo que estoy planteando es si reconocemos las asimetrías, las diferencias en el desarrollo social de cada uno, si no, estuvimos haciendo un ejercicio inútil durante este fin de semana", afirmó Fernández durante la reunión con Barroso.

La mandataria argentina se refería así a los compromisos de buenas intenciones para combatir la pobreza y la exclusión social adquiridos durante la cita euro-latinoamericana.

Los ambiciosos objetivos que se había fijado la cumbre para combatir la pobreza y la desigualdad quedaron finalmente en una extensa declaración plagada de compromisos de buena voluntad, sin metas definidas ni cifras de inversión para paliar dos de los más graves problemas de América Latina.

El cónclave abrió la vía a la creación de una Fundación para "estimular" y "aumentar la visibilidad" de la cooperación entre los países de América Latina y el Caribe y la UE, y al lanzamiento de un programa conjunto contra el cambio climático, bautizado como "Euroclima".

Sin embargo, la declaración final no hizo mención alguna a las propuestas escuchadas durante la reunión para paliar la pobreza, un tema especialmente sensible para América Latina, una región con más de 200 millones de pobres, que se enfrenta al reto de aprovechar su crecimiento para cumplir los Objetivos del Milenio y rebajar su nivel de pobreza a la mitad en el 2015.

El propio presidente peruano, Alan García, anfitrión de la cumbre, propuso iniciativas como incrementar un 2 por ciento la producción de alimentos o gravar el consumo de petróleo y gas licuado para conseguir fondos.

Tampoco se recogieron en el texto las propuestas del venezolano Hugo Chávez, que instó a crear un fondo costeado por impuestos al petróleo, ni las sugerencias de México para instituir un "fondo verde".

Pero, más allá de la agenda oficial, la cita de Lima permitió constatar la persistencia de conflictos internos que preocupan a los dirigentes latinoamericanos, como la crisis entre Colombia y Ecuador y Venezuela por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).

Pese a la tensión existente, los implicados, el colombiano Álvaro Uribe, el ecuatoriano Rafael Correa y el venezolano Hugo Chávez, trataron de no perder los papeles y de mantener las formas.

Chávez, uno de los más esperados en Lima, mantuvo un papel más discreto que en citas internacionales anteriores y, aunque no pudo reprimirse a la hora de criticar a Uribe, ahorró a los participantes el mal trago de asistir a una de sus peroratas durante el plenario de la cumbre.