Julián Marías encargaba informes grafológicos sobre las novias de sus hijos

Santillana del Mar.-  El escritor Javier Marías sabe cómo hacer reír a un auditorio, y hoy lo consiguió al revelar que sus padres encargaban informes grafológicos sobre "los proyectos de novias" que sus hermanos y él iban teniendo en su "juventud primera".

Esas chicas "no sabían a lo que se exponían al enviarnos una mera postal veraniega", decía hoy Marías, al intervenir en la segunda jornada del ciclo "Lecciones y maestros", organizado por la Fundación Santillana y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

En un discurso salpicado de anécdotas y de episodios familiares, Marías contó que, tras la muerte de su padre, el filósofo Julián Marías, sus hermanos y él han "descubierto numerosos 'informes grafológicos' improvisados sobre la gente más variopinta": desde su tío Jesús Franco, el director de cine, hasta Ortega y Gasset, Guillén o Salinas.

Se los hacía una amiga grafóloga, Mariana Dorta, en la que Julián Marías y su mujer, Lolita Franco, "tenían gran confianza", aunque "eran personas muy racionales y nada supersticiosas". Los veredictos de la experta, "por así decir, iban a misa".

Además de las postales de las posibles novias juveniles de sus hijos, el filósofo y su mujer pusieron también en manos de la grafóloga las cartas de "tita Carmen", una tía abuela de Javier Marías, que estaba peleada con la familia y que vivía en Argentina.

Carmen le escribía "a escondidas" a la madre de Marías, que, cuando llegaban los sobres le decía al marido: "Sólo con ver su letra, ya ve uno lo malvada que es, ¿no te parece?" El filósofo "asentía" porque Mariana Dorta ya había dicho que la autora de las cartas "era en verdad muy pérfida".

Con el tiempo, Marías dedujo que "la malvada" no debió ser su tía Carmen, sino su marido, que cometió "graves crímenes" cuando era responsable militar en Marruecos.

Entre otras fechorías que se le atribuyen, "mandó fusilar a un moro sólo para poder disfrutar de los favores de su viuda". "Era sádico, corrupto, sifilítico y extremadamente licencioso, pero tan guapo, tan temerario y pinturero que la tita Carmen siguió siempre locamente enamorada de él y lo acompañó a Argentina", cuando el Ejército lo desterró allí. Y eso la familia no se lo perdonó, según contó el escritor.

En la misma jornada, Elide Pittarello, catedrática de la Universidad de Venecia, gran experta en Marías, hizo un profundo análisis de la obra del escritor y, entre otras cuestiones, se detuvo en "la relación conflictiva entre el decir y el hacer" que hay en sus novelas y que queda patente en los tres tomos de esa gran obra que es "Tu rostro mañana".

"Este quiasmo encierra la poética y la estética del autor, cuyo fundamento ha sido siempre la paradoja, con su haz de antinomias y dilemas espinosos", dijo.